lunes, 23 de enero de 2012

Pumanque: lo que perdura cuando cae lo material

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lunes 23 de enero de 2012


En busca de su patrimonio intangible tras el terremoto

Académicos, estudiantes y funcionarios de la U. de Chile trabajaron en la reconstrucción de recuerdos, tradiciones e historias de esta localidad colchagüina.  



IÑIGO DÍAZ
En los famosos corredores de Pumanque se realizaba la principal vida pública y social. Bajo esos aleros se conversaba cada tarde y veía pasar el tiempo a ritmo campestre. Esos corredores eran también tribunas para los grandes desfiles del pueblo y sus procesiones religiosas. "Todo eso ya no existe. Lo que los pumanquinos llaman su 'corazón histórico' fue destruido por el terremoto de 2010", dice la académica de la Universidad de Chile Alejandra Vega.

La profesora del departamento de Ciencias Históricas y directora del Centro de Estudios Culturales Latinoamericanos tiene esa certeza, porque coordinó un particular proyecto de reconstrucción, que se desarrolló en los últimos dieciocho meses en esa localidad colchagüina derrumbada. "Ninguna reconstrucción tiene sentido si las personas no se sienten partícipes", dice.

El proyecto, que obtuvo aportes del Fondo Valentín Letelier de la Vicerrectoría de Extensión de la universidad, se desmarcó de las grandes urgencias materiales. "Estos procesos son tristemente largos. Los corredores no están reconstruidos, la iglesia tampoco, pero sí las casas de sus habitantes. Podríamos decir que Pumanque está a medio camino", declara Vega.

Los avances, eso sí, se han logrado en el ámbito de los tesoros intangibles, "de las tradiciones, la historia, los recuerdos", dice. A eso apuntó la iniciativa llamada "Lo que perdura cuando cae lo material", resumida además en un libro que el equipo de veinte personas -entre profesores, funcionarios y estudiantes de las facultades de Filosofía y Humanidades y de Ciencias Sociales- entregó hace una semana a los pumanquinos en una fiesta popular celebrada en su medialuna.

El trabajo consistió en la recuperación del archivo parroquial, donde está registrado el historial del pueblo, y que había iniciado en solitario el párroco José Vergara Banda. "Ahí se apuntaban los bautismos, los matrimonios, las defunciones. Eran papeles que estaban debajo de los escombros y que requerían salvataje, limpieza y catalogación".

Luego, un equipo trabajó con unos 25 niños de la Escuela de Pumanque para descubrir sus testimonios y la experiencias ante un 8,8 grados Richter. "Son los actores menos tomados en cuenta cuando se discute un proceso de reconstrucción. Lo interesante fue que a ellos les interesaba más recuperar su plaza y el cementerio que los corredores", cuenta.

Las preferencias de los adultos, en cambio, coincidieron en estos elementos patrimoniales: los corredores y la iglesia, fundada en 1824 y derrumbada sistemáticamente por los terremotos de 1906, 1928, 1939 y 1985. "Con ellos trabajamos las historias de origen, las tradiciones, las narraciones, el sentido del paisaje. Todo el contenido de los 1.500 libros que entregamos a la comunidad es lo que escuchamos de ellos y anotamos. Y no sólo es un resumen. Representa la valorización de la trama de relaciones sociales que mantienen viva a una comunidad afectada de esta manera: la existencia de los vecinos, amigos, familiares y ancestros".

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