Chilenos de campo
EL SABADO
Sábado 17 de Septiembre de 2005
El valle central, otrora el granero de Chile, parte al sur del Aconcagua y llega hasta el Biobío, la puerta de entrada al mundo mapuche, el último límite de la pacificación. Lo que se obtiene del valle es el trabajo de la tierra, de la siembra y la cosecha; a diferencia del norte, el contexto aquí es agrícola y rural, aunque también de esfuerzo: el campo chileno les pelea a la sequía y a las inundaciones, vive entre la abundancia y la escasez. "Es el mundo común de Pablo Neruda y Violeta Parra, de Arturo Prat y José Donoso, un Chile endogámico, tradicional, al que el resto del país mira con atracción y rechazo", como lo describe el académico Javier Pinedo.
En estricto rigor, en este territorio se constituyeron el lenguaje, la cocina y las costumbres que llamamos chilenas. De aquí es la cazuela, el emblema culinario nacional, y también las humitas y el chancho en piedra. Las relaciones sociales que se construyen en esta zona marcarán la manera en que la mayoría de los chilenos se desenvuelve. Así lo propone Pinedo: "El valle central es la gran hacienda. La hacienda es mediterránea, intenta ser autónoma, es protectora, acoge al mestizo, al nativo, lo cristianiza y lo socializa". Para Sonia Montecino, la relación entre patrón e inquilino "es una historia de subordinaciones". La creencia de que Chile es un país de carácter autoritario nace de esto, de la necesidad de que alguien ponga orden, corrija y dé seguridad.
La hacienda fue ese lugar seguro. "A espaldas del mar", como plantea Javier Pinedo. Así, el valle central es un sitio cerrado, que le teme al mar y se queja del centralismo de Santiago, pero que también exporta huasos a lugares donde no los hay. Huaso es el campesino pobre, que viste ojotas, pantalón a media pierna y sombrero de paja porque trabaja la tierra bajo el sol. "Un hombre remolón, poco competitivo, entregado, pero noble y laborioso como el que más, cuando lo convencen. Un hombre que prefiere oír más que hablar", describe Javier Pinedo en uno de sus ensayos.
La identidad, por supuesto, no obliga a que todos seamos iguales. Detrás del Chile huaso, las contradicciones abundan. Partiendo por la crítica de Benjamín Subercaseaux, quien acusa que el valle terminó siendo agrícola porque no le quedó otra. No había minería, tampoco industria ni comercio, así que hubo que cultivar la tierra. "Y aquí estamos", escribió Subercaseaux, "todavía sufriendo de este delirio agrícola que sirvió a Chile para formar una raza lenta y perezosa, junto con una clase dominante y otra sometida, sin ninguna posibilidad de nivelación ni homogeneidad".
Pinedo complementa, refiriéndose a la cultura del Maule: "La misma ruralidad, que es muy fuerte y hay que preservarla, ha impedido la modernización de nuestra sociedad". Cuarenta por ciento de la población del Maule vive en el campo, y un número no menor de éstos se traslada a diario desde las ciudades hacia las zonas agrícolas. En cuanto a la escolaridad, las cifras no son auspiciosas. El Censo de 2002 arrojó que la región del Maule tiene el promedio más bajo de escolaridad en población de cinco años y más, con un índice de 7,4 años.
La placidez bucólica de la abundancia del valle esconde estas cifras, pero también aloja una certeza: varios de los ciudadanos ilustres de la historia nacional nacieron aquí. José Donoso es de Talca; Pablo Neruda, de Parral. De Rockha nació en Licantén; Nicanor Parra, en San Fabián de Alico, un pueblo aledaño a Chillán. ¿Es paradójico que el valle central haya sido la cuna cultural de Chile? Quizás, porque tal cosa es mirada con escepticismo desde las grandes urbes. Sobre el caso específico de Chillán con un número no menor de notables, desde O'Higgins en adelante, Javier Pinedo dice: "Chillán tiene un Chile muy profundo, como los Parra, creativo, sensible. Nicanor sintetiza la cultura más sofisticada del centro, más vanguardista, junto con raíces profundamente chilenas. Eso se ha dado en muy pocas partes en Chile".
Manuel Valdés Valdés productor olivarero de Cunaco
"me siento más yo mismo en el campo"
Eduardo "lalo" Parra Cantor popular
"En la casa siempre manejo tierra de chillán"
"Para suerte mía, soy hijo ilustre de Chillán, mi tierra, la que quiero entrañablemente. Aquí en la casa, en un macetero, siempre manejo tierra de Chillán. Todos saben que fue una vida muy mala para nosotros, los hermanos Parra, cuando quedamos huérfanos de padre. El remedio para eso fue el canto. Era la Violeta la que guiaba el cuarteto. A la Violeta se le ocurrió que teníamos que ir a cantar al Mercado de Chillán. Ahora todos los turistas van a dar al Mercado, por las comidas, los postres, el mote con huesillo, las sustancias. Cuando con mi mujer nos acordamos de Chillán, salimos pegando. Vamos a recorrer, a ver la casa donde nací, el árbol que tengo plantado en la plaza".
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Etiquetas: Chilenos de campo
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