El Terremoto que le cambió la cara al campo chileno
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ESPECIAL TERREMOTO 2010
Viernes, 19 de Marzo de 2010 21:28 Gety Pavez VIdal
Sectores rurales se llevaron peor parte del sismo
Lo Moscoso y La Dehesa -en la comuna de Placilla- son los lugares que presentan mayores problemas a raíz de la catástrofe que afectó a la zona centro-sur de Chile. Ante la demora en la llegada de las mediaguas, el municipio ha recurrido a la entrega de carpas para salvaguardar a las familias damnificadas.
Alonso Henríquez A.
“Debería temblar más seguido, para que así la gente se una más”, dice convencido un joven habitante de “Lo Moscoso”, mientras observa con nostalgia los serios daños estructurales que sufrió la casa de uno de sus familiares.
“Esto no es nada comparado con la casa de mi papi… (ubicada a 50 metros del lugar) la pared de mi pieza se cayó y ahí estoy; sin plata para poder arreglarla”, relata. Sin embargo, confiesa que hay quienes están en peores condiciones: “tengo conocidos que están durmiendo en invernaderos; al menos estoy relajado”, ironiza; “como se derrumbó la muralla, tengo vista a las estrellas y veo pasar los aviones”, concluye.
Es que el terremoto del pasado 27 de febrero ha cambiado drásticamente el modo en que viven gran parte de los habitantes de zonas rurales a lo largo de las regiones que fueron devastadas por el movimiento telúrico, del que ya han transcurrido tres semanas.
En la comuna de Placilla, ubicada en la entrada al Valle de Colchagua, el tema que preocupa dice relación con la realidad que se vive en el sector Lo Moscoso, característico por situarse entre el Río Tinguiririca y los cerros de la cordillera de la costa. El lugar, que históricamente ha vivido de la agricultura y que en el último tiempo se ha abierto al mundo vitivinícola, mediante la adquisición de extensos predios agrícolas, vive hoy una dicotomía: las casas de los nuevos propietarios resistieron sin mayores reveses los embates de la naturaleza, mientras que las antiguas casas de adobe de los campesinos del sector quedaron en el suelo, derrumbando abruptamente toda una vida de sacrificios y, de paso, cambiándole la cara a una zona representativa del campo chileno.
Ni las casas de madera se salvaron; mientras algunas literalmente se descuadraron con el incesante vaivén de la tierra, otras quedaron con serios desniveles, producto de que muchos terrenos en los que estaban construidas cedieron.
Los vecinos están preocupados; el frío de las noches les recuerda que el invierno está por venir, trayendo consigo las lluvias que este año no serán bienvenidas. Pese a que la llegada de las mediaguas -mandadas a construir por el municipio hace casi tres semanas- aún no se concreta (producto del desabastecimiento generalizado de materiales de construcción), la llegada de algunas carpas de parte de la Oficina Nacional de Emergencias (ONEMI), ha sido útil para atender las necesidades más urgentes: techo y abrigo. También ha llegado mercadería, pero al igual que con toda la ayuda, ésta se ha ido distribuyendo de manera selectiva, de modo de dar prioridad a quienes más lo necesitan.
La escuela del sector abrió sus puertas y, junto con ello, comenzaron a entregarse las raciones alimenticias, tan imprescindibles durante estos días post terremoto. Una preocupación menos para los padres, puesto que se están proporcionando las tres raciones diarias a los niños: desayuno, once y comida.
Sin embargo, la atención no sólo está puesta en Lo Moscoso. “La Dehesa” es otro de los sectores rurales que presentan problemas a causa del sismo. Por ello, el día de hoy (ayer), la municipalidad de Placilla llevó a cabo un operativo de emergencia en la escuela del sector, que tuvo como objetivo proporcionar ayuda y asesoría a las personas que se han visto afectadas por el segundo terremoto más grande de la historia de Chile.
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