domingo, 11 de enero de 2009

Reseña a "Cultura Ferroviaria de San Fernando y sus Ramales. Pichilemu y Las Cabras-El Carmen"


FUENTE:
Revista Cultural Observatorio Regional

Revista Virtual dedicada a promover y analizar con visión crítica la cultura, las artes y el desarrollo social a nivel regional, nacional e internacional, desde la región de O'Higgins, Chile.

viernes 14 de noviembre de 2008


Por José Luís Guajardo
Profesor de Historia y Geografía

La identidad es una construcción histórica que nace de la convivencia, de alegrías y tristezas compartidas por un colectivo humano. Pero esta dimensión relacional no es una estructura rígida ni inmutable, al contrario, es dinámica y puede tanto potenciarse como hacerse desaparecer. La identidad, que no es más que un “sentimiento de pertenencia”, debe nutrirse y actualizarse a través de símbolos y prácticas, de ritos y ceremonias que le reafirmen colectivamente. El historiador cumple aquí una función relevante, precisamente porque su labor consiste en rescatar y conservar la memoria colectiva de un pueblo, así como de los elementos de continuidad histórica que permiten aventurarse en la comprensión de su presente, de valorarlo y proyectar a partir de él un futuro que se construya en conjunto. Es en este marco en el que se inscribe la obra “Cultura Ferroviaria de San Fernando y sus Ramales. Pichilemu y Las Cabras-El Carmen” del profesor e investigador Víctor León Vargas.

En el primer capítulo de su investigación nos adentramos en la llegada del ferrocarril al Valle de Colchagua y a Pichilemu[1], posteriormente se nos cuenta cómo este medio de trasporte prestó servicios “tanto a pasajeros como a carga” y cómo esta actividad ferroviaria benefició económica y socialmente a la zona hasta que se decidió sumariamente suprimirlo en 1986 para beneficiar el servicio de buses interurbanos.

En el capitulo número dos se narra la llegada del primer tren a San Fernando en 1862 y su constitución en un polo de desarrollo económico y en un espacio de sociabilidad popular. Acá tenemos un alcance, creemos que más que un estudio de las formas de “sociabilidad popular” el autor nos presenta un conjunto de historias en torno al ferrocarril. Se destacan dos intenciones en la recopilación de fuentes orales: una un tanto humorística y otra tratada por el profesor con mucho cuidado: las “casas de caramba y zamba”.

En la continuación del capítulo dos el investigador realiza una relación histórica-descriptiva de los ramales, puentes, túneles, estaciones y entorno de la actividad ferroviaria en la región. En el Capítulo tres se describen en detalle los tipos de locomotoras, coches y carros (su fabricación, año y uso).

En el último capítulo se tratan tres temas distintos. El primero de ellos es “El Proyecto Ferrocarril Trasandino Tinguiririca-San Rafael”. En aquel proyecto, finalmente fracasado, se estipulaba crear un servicio de transporte de carga y pasajeros a través de un riel Tinguiririca-Paso las Damas y que uniría las ciudades de San Rafael (ubicada en Argentina) y San Fernando y ésta, finalmente, con Pichilemu. El objetivo del proyecto era: “desarrollar y potenciar el comercio de productos agropecuarios y mineros, principalmente cobre y plata de Choicas, yacimiento ubicado en Argentina a 5 kilómetros de la frontera con Chile”[2]. Pero la idea original en 1860 del “rey del ferrocarril” Enrique Meiggs era mucho más ambiciosa, conectar esa red ferroviaria con Mendoza y Buenos Aires. En otras palabras, unir el Atlántico con el Pacífico pasando por San Fernando para llegar a Pichilemu. No obstante, finalmente, por problemas económicos y enfrentamientos de interés regional la obra se posterga hasta perderse frente al entusiasmo e influencia de Rancagua que prefiere el paso trasandino a través del Paso las Leñas, a mil metros más de altura y más costoso en su construcción que un posible y carretero ya, corredor por el Paso las Damas. El investigador concluye: “nuevamente egoísmos, ambiciones e indiferencias, postergan este proyecto que beneficiaría enormemente las provincias más deprimidas como Colchagua y Cardenal Caro, y por supuesto, a toda la Región de O`Higgins”[3].

En la segunda parte de este último capítulo titulado “Defensa y Rescate del Patrimonio de San Fernando y Ramales: Pichilemu y Las Cabras-El Carmen” (que a la sazón es prácticamente el titulo de la obra) se abordan temas que a nuestro entender son el corazón del texto. En esta sección se rememora la creación de Grupo Pro-Museo (1980) y cómo es que el señor León, determinado a convertirse en un “activo protagonista” en el rescate del patrimonio tangible e intangible de la zona, observa asombrado el retiro de los rieles y de la infraestructura del ferrocarril presumible-mente para dejar que el tiempo o la fundición hiciera presa de ellos. Motivado para impedirlo, desde la base fue construyendo redes que involucraron a estudiantes del Liceo Industrial de San Fernando, a ex ferroviarios, poetas y gestores culturales, y cuyo propósito no sólo fue empoderarse en la protección y conservación de un símbolo representativo del patrimonio histórico de la comunidad, sino que también, en constituirse en sujetos activos de su reparación, reconstrucción y promoción. Si bien no lograron impedir el retiro o deterioro de la mayor parte de la infraestructura del ferrocarril, si obtuvieron que la escéptica y pasiva Municipalidad de San Fernando hiciera una petición formal a Ferrocarriles del Estado (EFE) para solicitar una locomotora varada en el sur. Pero solo después de insistentes trámites con EFE ésta decidió –gracias a la gestión exclusiva del grupo humano formado por León Vargas– entregarle en comodato a la Municipalidad de la mentada ciudad una Locomotora tipo 57 (n°607). Problema: estaba en Temuco “estorbando”. Llegaría después de múltiples inconvenientes solucionados un año más tarde. Posteriormente el grupo del docente se abocaría en las gestiones para declarar Monumento Nacional los ramales y estaciones desde San Fernando a Pichilemu, objetivo logrado también dificultosamente y sin demasiado apoyo institucional en 1994 cuando ya los deterioros de las instalaciones y la infraestructura eran evidentes.

Imágenes de la locomotora Nº 607 en la película "Los Náufragos" de Miguel Littin en 1994.

La locomotora N° 607 no sólo fue reparada estructural (construyendo a pulso las piezas en el Liceo Industrial) y estéticamente, sino que puesta en funcionamiento. Su valía fue reconocida tanto por el documental “Tu ciudad, San Fernando” realizado por Teleduc y por su aparición en el Film “Los Náufragos” de Miguel Littin. Finalmente la locomotora también sería declarada Monumento Nacional por un Decreto Supremo en 1996: “…a solicitud de don Víctor León Vargas y Carta de la Asociación Chilena de Conservación del Patrimonio Ferroviario… Declárese Monumento Histórico la locomotora vapor tipo 57, N° 607 y su tándem, ubicada en la ciudad de San Fernando”[4].

Proyecto tren del vino.

“Año 2002. Mayo. Se inician los trabajos de restauración y rehabilitación de la locomotora 607”
Página Web Tren del Vino.
En el año 1999 el empresario Carlos Cardoen se interesa en el rescate del ramal San Fernando-Pichilemu pues piensa activar un proyecto turístico-cultural y al año siguiente se reconstruye el ramal que sólo alcanza a llegar a Peralillo lo que “genero mayor optimismo y esperanza para el sacrificado grupo de jóvenes alumnos y adultos que trabajábamos los sábado en la 607”[5], optimismo que les motivaría a dejar la máquina plenamente operativa. No obstante, la Corporación del Tren del Vino sugirió su traslado a la maestranza Chena para ponerla definitivamente en funcionamiento. Su objetivo era precisamente poner en ejecución el proyecto turístico-cultural Tren del Vino con la locomotora N° 607 pero considerando “en un plazo razonable la extensión hasta el balneario de Pichilemu, distribuyendo la utilidad económica en 50% para la recuperación del Ramal Peralillo-Pichilemu. Un 25% para la restauración del nuevo material ferroviario y otro 25% para la comercialización permanente de la Corporación Tren del Vino”[6]. En el año 2003 se inaugura la restaurada Estación Peralillo gracias al aporte del Gobierno Regional pero a la ceremonia no se invito a ningún miembro de la red social pro-patrimonio ferroviario de San Fernando. Al año siguiente la Municipalidad de San Fernando decide entregarle a la Corporación Tren del Vino en comodato la locomotora n° 607 sin condición ni reconocimientos. El señor León Vargas menciona: “Recuerdo que la Municipalidad de San Fernando en calidad de socio de la corporación Tren del Vino, tuvo presente en reuniones de Directorio a los señores alcaldes Aquiles Cornejo y después al señor José Figueroa en sus respectivos periodos”[7]. Pero la falta de finesa y consideración se ejemplificará simbólicamente en la siguiente cita: “El 14 de Abril se inaugura el Tren del Vino, con la asistencia del Presidente Sr. Ricardo Lagos Escobar. Este ilustre pasajero se subió en Placilla. En San Fernando no hubo Acto alguno ¿Y los que conseguimos, rescatamos y nos sacrificamos por años con la 607? No se invito a ninguno. El profesor solo fue invitado al Acto de la Estación Santa Cruz, donde no se menciono participación sanfernandina”[8]. De esta manera, quienes gestionaron, arrostraron y trabajaron en la restauración del patrimonio tangible de la ciudad, quienes lograron que se le declarase Patrimonio Histórico, terminaron viendo su sueño convertido en un patrimonio económico y cultural no solo exclusivo, sino que excluyente.

Pensemos en eso. El Tren del Vino excluye social y culturalmente puesto que es un negocio accesible sólo para turistas. Pero, qué queda para la zona: un tren que se escucha y se ve pasar pero que no se “siente” porque no hay experiencia vivida, no hay sociabilidad, no hay, por lo tanto, identidad social-popular. La locomotora es un patrimonio económico y turístico, pero no cultural. La N° 607 es un objeto sin valor identitario para la zona, es un “ambiente” experiencial para turistas y anticuarios que puedan darse ese lujo.

Uno de los valores del texto del profesor e investigador Víctor León Vargas, además de entregarnos datos históricos relevantes para nuestra zona, radica en la información acerca de su verdadera e importante labor en pro del rescate y conservación del patrimonio histórico-patrimonial, tangible e intangible, de nuestra región.

_________________
[1] Aquel medio de transporte simbolizaba la modernidad y el progreso y traía aparejado una serie de transformaciones sociales y económicas, como un “acortamiento” de las distancias y del tiempo.
[2] León Vargas, Victor, “Cultura Ferroviaria de San Fernando y sus Ramales, Pichilemu y Las Cabras-El Carmen”, Editorial Geoblack, Santiago, Chile, 2008, página 111.
[3] Ibídem, página 113.
[4] Ibidem., páginas 121-122.
[5] Ibidem., página 123.
[6] Ibidem., página 124-125.
[7] Ibidem., página 130.
[8] Ibid.
NOTA: Para obtener un ejemplar de “Cultura Ferroviaria de San Fernando y sus Ramales, escribir a su autor a victorleonvargas@gmail.com
Publicado por Jorge Díaz Arroyo
Etiquetas: crítica, Jose Luís Guajardo, Pichilemu, San Fernando, Tren del Vino, Víctor León




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