La “doca”: Frutilla de Mar en las dunas de Pichilemu
El Rancagüino online
Septiembre 15, 2009
por Luis Fernando González
Como la vemos extender sus largos tallos rastreros (hasta de 1,20 mt.) por las dunas de nuestro litoral, no le prestamos mayor atención. La doca (N. C. Carpobrotus Aequilaterus) pertenece al Orden 20º Centrospermas, es propia de Chile, aunque se la encuentra también en California y Australia. Se inscribe en la familia de las Aizoáceas, compuesta por unas pocas especies, con flores regulares y hermafroditas. Las aizoáceas son plantas de tierras salinas y desérticas. En Chile, la doca o frutilla de mar, crece en los arenales costeros entre Coquimbo y Valdivia. Las hojas son carnosas –es una planta de las llamadas suculentas- miden de 3 a 5 cm. de largo, agudas conformando un triángulo. Las flores son solitarias (una por tallo) terminales, es decir, florecen al final de las ramillas. Los pétalos forman una corola circular de filamentos cuyos tonos van del fucsia oscuro al blanco. La floración se produce desde fines de septiembre y sólo se aprecia en días de sol. En días nublados, la corola se cierra. El fruto de la doca madura entre diciembre y enero. Es del grosor de un dedo pulgar y muestra un color carnoso. Es comestible y de sabor bastante agradable. Deja en la boca un gusto dulce con una pizca de salinidad. Las aves y los roedores –además del hombre- aprovechan esta “frutilla de mar”, como la suelen llamar los costinos.
En Pichilemu, la doca abunda en las dunas que se extienden al norte del balneario. La doca es una barrera natural contra la erosión. Desde hace mucho tiempo, algunos particulares la empezaron a cultivar como cubresuelos. Descubrieron su utilidad en jardinería. En verdad, la doca es una planta que se presta para cubrir terrenos pobres, cunde y cubre en forma pareja los sitios en que se la planta y requiere escasos cuidados.
Me ha llamado poderosamente la atención el uso que se está dando a la doca como planta ornamental a orillas de la carretera. Ello ha significado trasladar cantidades considerables desde la costa, dividir las largas sierpes y plantar los esquejes en las laderas y explanadas que bordean las autopistas. ¡Qué bueno! Es positivo que se dé valor a nuestras especies vegetales y que ellas empiecen a ocupar un lugar importante en la ornamentación de nuestro tan desmejorado ambiente. En el caso de la utilización de la doca, hay una inteligente manera de embellecer el paisaje a un costo ínfimo y con una rapidez inusual. La doca no necesita riegos invernales y en el estío se conforma con poco. En un país tan lleno de recursos naturales, es hasta una vergüenza no echar mano a lo que Dios nos ha dado y usarlo para hacer más grato ese sendero agreste, esa quebrada que se va convirtiendo en basural o ese sitio eriazo donde nos resignamos a ver piedras y malezas.
Visitando la parte alta de Bucalemu (comuna de Paredones) quedé sorprendido al comprobar que –en kilómetros- los dueños de los predios habían cercado con chagual, llamado también cardón o cardenal o magüey (N. C. Puya berteroniana). Imitando lo visto y aprendido, coloqué unas matas de chagual en un sector del jardín del colegio donde nunca había prosperado planta alguna. El resultado fue sorprendente. No sólo se solucionó el problema de esa jardinera estéril, yerma y fea, sino que, gracias al riego, los chaguales adquirieron una belleza singular. El tono de las hojas, la exuberancia de su multiplicación, la admiración que causaba la floración, todo, compensó con creces el trabajo de haberse pinchado las manos al trasladarlos y plantarlos. Todo con un costo cero.
Ahora que en los jardines se ha empezado a usar la doca, ojalá que también haya un creciente interés por otras especies de nuestra flora. ¿Exagero? ¿Desde cuándo que compramos alstromelias en las florerías? ¿Diez, quince años? Las siete u ocho especies silvestres que crecían solas, a la de Dios es grande en las laderas bajas y soleadas, se han convertido en flores caras que no faltan en ningún arreglo que se las traiga. Si tenemos hasta orquídeas. Se han clasificado –a medias- unas 80 especies y son de gran belleza.
Nos hacen falta las clases de botánica. Es indispensable saber cómo se llaman esas plantas maravillosas que crecen por todos lados y que nos regalan alegría y belleza. Conozcamos los nombres de esas flores que bordean este campo que es copia feliz del Edén. ¿Conoce la doca? Humilde plantita chilena que ya cubre con sus suculentas hojas las orillas de la carretera por donde Ud., va-hecho un bólido- dando gracias al cemento. ¡Por favor! ¡Mire el paisaje y bendiga el día tercero de la creación, cuando Dios dijo: “Produzca la Tierra vegetación: hierbas que den semillas y árboles frutales que den fruto, de su especie…”
MARIO NOCETI
2 comentarios:
mi restorant se llama DOCAS, en honor a esta insignificante plantita, pero que hace un trabajo fenomenal, saludos lindo ensayo.
atte.
oscar
Gracias por tan valiosa información y amor a nuestra flora nativa, siempre hay que valorar la madre naturaleza, saludos
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