DON AGUSTÍN ROSS EDWARDS: A 166 AÑOS DEL NATALICIO DEL IMPULSOR DEL BALNEARIO DE PICHILEMU
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5 de febrero de 2010
- El empresario, fue además Ministro Plenipotenciario en el Gobierno de José Manuel Balmaceda, Senador (entre 1894 y 1897), economista, ensayista.
- A su muerte, el 20 de Octubre de 1926, meses después que el ferrocarril llegara a Pichilemu (5 de Enero de 1926), sus herederos cumpliendo con su voluntad, hicieron donación de numerosas obras al municipio pichilemino.
05/02/2010. Treinta y cuatro años después que nuestro país constituía su primera Junta de Gobierno, en 1810, en La Serena nacía un 5 de Febrero de 1844, quien sería bautizado como Agustín Ross Edwards y que a la edad de 41 años materializa la compra de 66 cuadras junto al mar de Pichilemu.
Su sueño inicial –aunque a algunos les cueste reconocer- fue construir instalaciones portuarias que fueran una alternativa al Puerto de Valparaíso, sin embargo los estudios encargados por el empresario serían adversos a sus intenciones.
Su interés, entonces –que luego se transformó en algo más intenso- derivó hacia el turismo, al idear la construcción de un balneario de elite, recogiendo lo más llamativo de otros lugares semejantes de Europa, que lo convertirían como único ….
Para ello invirtió gran parte de su fortuna, no escatimando recursos para la grandiosa obra que iba creando y en donde iban surgiendo una a una, para complementar al remozado hotel surgido de lo que era una modesta Posada, en un establecimiento de lujo y de primer nivel, para lo conocido en esos tiempos.
Es casi imposible no repetir lo que tantas veces escribió el escritor pichilemino, José Arraño Acevedo (Q.E.P.D.), pero lo que es parte de la historia no se puede obviar: Lavandería, Peluquería, Panadería, Repostería, Caballerizas, Gallineras, Gasógeno, Jardines, Chalets (para sus más compicuos visitantes), Bosques, Parque de Palmeras (con jardinero japonés a su cuidado), escalinatas para facilitar el acceso a las playas, un establecimiento con Baños Tibios con agua de mar, un Lawn Tennis, una Confitería, amplias terrazas con balaustres para contemplar el paisaje, un Salón de té (con forma de un barco Mirador). Y su obra cumbre: un establecimiento que –aparte de albergar al Servicio de Correos y Telégrafo- habilitó un Almacén con mercancías importadas. Y además, sirvió para que a partir del año 1917 funcionaran ahí Juegos de Azar. En otras palabras, un Casino –de hecho, no derecho- hasta que por ley se creara el Casino de Viña del Mar, en el año 30, dejando a todos los demás fuera de la ley.
En 1872, trece años antes que don Agustín Ross adquiriera propiedades en Pichilemu, existía en Constitución –como en otros balnearios: Recreo, Zapallar, etcétera- establecimientos donde se jugaban juegos de azar. Y todos ellos –por no existir una ley que normara esa actividad- funcionaban clandestinamente, y en forma eufemística en beneficio de diversas obras de caridad, con la anuencia y/o autorización de las autoridades de la época.
Entonces, aunque nos pese ser los “primeros”, hablar de que el Casino de Pichilemu fue el primero del país, es una mentira. Una falacia y una monserga de quienes lo afirman, sin haberse informado previamente. Es por ello, que cuando el investigador pichilemino -Don Antonio de Petrel- descubre los antecedentes que nos hace ver y conocer la realidad tangiblemente y tras leer los Reglamentos de funcionamiento del Casino de Constitución, empezamos a referirnos hacia el edificio, “como uno de los primeros Casinos del país”.
Pero casino o no casino, no es ese el mérito de la construcción que se construyó entre el año 1906 y 1909. Es decir que la obra tiene poco más de un siglo. Y que tras ser sometida a obras de restauración y remodelación, luce hoy nuevamente majestuoso, soberbio, prestando ahora servicios más dignos: sede de un centro cultural que lleva el nombre de su creador. Centro Cultural Ross.
Cabe señalar que, la historia nos dice –también- que aparte de los usos ya reseñados, a fines de la década del ’60, el entonces piloto de la Fuerza Aérea de Chile, Gustavo González Pérez –hijo y miembro de la Sucesión González dueña de la construcción, luego que la Sucesión Ross lo enagenara- junto a un compañero de armas, recogiendo la idea de una Discotheque norteamericana –donde habían estado especializándose- traen equipos de iluminación y amononan en los subterráneos de la construcción, “La Caverna”.
Luego, ambos por sus responsabilidades, la transfieren a otros miembros de la familia, quienes traen música en vivo y donde aparecen “Los Tijuana”. Pasan los años y es este mismo grupo quienes incursionan como empresarios, pero emigran y, a finales de los años ’70 funciona ahí una Boite, a cargo de la empresaria rancaguina Carmelita Tello, funcionando en el salón principal (actualmente donde está la Biblioteca).
Posteriormente, es el pichilemino Roberto Álvarez quien instala la discotheque Master en el lugar. Al tiempo que, paralelamente, en otro sector del edificio funciona un grill Bar.
Pero el paso del tiempo y falta de manutención adecuada provoca un deterioro cada vez más evidente, lo que hacia los años ’90 su uso ya estaba con restricciones.
Tras acceder al municipio autoridades elegidas democráticamente, en el periodo del alcalde Orlando Cornejo Bustamante –con acuerdo del concejo Municipal- se compra la propiedad en una cifra cercana a 30 millones de pesos.
Es preciso señalar que, el año 1987 luego de inaugurarse la remodelación del parque –donde son invitados familiares de don Agustín Ross- surge la idea de solicitar la declaratoria de monumentos nacionales para ambas obras, lo que se cumple en tiempo record. En efecto, en el verano de 1988, es decir, en cosa de pocos meses, se logró la tramitación que los declaró como tales.
Más aún, es justicia señalar que en la administración edilicia del alcalde Julio Waidele Wolff, entre 1981 y 1983, intentó adquirirlo para rescatarlo del destino y deterioro inexorable del tiempo; pero autoridades superiores lo impiden. Estas argumentan que el valor –alrededor de 8 millones de pesos, en ese momento- eran un porcentaje importante del Presupuesto Municipal, lo que implicaba dejar muchas cosas sin financiamiento.
Posteriormente, en la administración del alcalde Jorge Vargas González se realizan las gestiones –no con pocos obstáculos y zancadillas- ante las autoridades regionales para lograr los recursos –primero- para el proyecto arquitectónico- y luego para las obras, los que tras años de lucha paralela de gestes ligadas a la cultura local, se logran del Fondo Nacional de Desarrollo Regional, F.N.D.R.
Más de un millón de dólares permitió tener en forma digna una de las obras más emblemáticas –construidas por Agustín Ross- en uso y albergando el Centro Cultural Ross. Edificio que fue entregado a su uso el 23 de Enero de 2009.
En tanto que su inauguración oficial la realizó la Presidenta Michelle Bachelet en días recientes, en una visita relámpago a la región; oportunidad que aprovechó para inaugurar otras obras y sostener encuentros con la comunidad.
Etiquetas: Agustín Ross Edwards, José Arraño Acevedo
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