domingo, 3 de agosto de 2008

Nancagua, un tesoro a descubrir y conservar

EL MERCURIO Domingo 3 de agosto de 2008
POR MAGDALENA NOVOA V.



La familia Jaramillo forma parte de la historia de Nancagua. La primera municipalidad, edificio que es hoy del cuerpo de Bomberos, cuenta con un balcón, que fue utilizado por Armando Jaramillo Lyon, donde realizó uno de los cabildos abiertos. En la ocasión había que decidir entre dos obras: "Se construía el alcantarillado o se reparaba el antiguo teatro que se había quemado. La voz popular no se dejó esperar... la mayoría votó a favor del teatro", cuenta su hijo, Armando Jaramillo desde el centenario balcón.

Entre las ciudades de San Fernando y Santa Cruz se levanta una comuna que a pesar del gran desarrollo turístico y vitivinícola de Colchagua, ha logrado mantener su carácter. La historia de Nancagua se remonta al siglo XVI, cuando pertenecía a uno de los once pueblos indígenas que estuvieron bajo la jurisdicción del Corregimiento de Colchagua. El pueblo se habría originado como consecuencia de la extracción de oro y por la fama de sus tierras y de su próspera ganadería, la que hizo aumentar notoriamente su población. Según el Censo de 1787, de un total de 2.082 habitantes, se distinguían 149 caballeros, 38 esclavos, 1.073 españoles, 482 mestizos, 124 mulatos y 162 indios.

Fue el Presidente Jorge Montt, en diciembre de 1891, quien por ley de la República crea la Comuna de Nancagua, y tres años más tarde se constituye la Ilustre Municipalidad, presidiendo como alcalde la primera Sesión Ordinaria don José Domingo Jaramillo.

Hoy, después de cien años, las construcciones del casco antiguo de Nancagua evidencian los ejemplos de la arquitectura típica del siglo XIX: casas con fachada continua y techos de tejas. Los tradicionales corredores fueron eliminados en 1916 para construir las veredas asfaltadas de la ciudad. Una de las características que destacan a Nancagua, en contraste con otras localidades cercanas, es que en vez de intervenir el paisaje con los tradicionales plátanos orientales, el alcalde de la época, Armando Jaramillo Lyon, decidió darle un toque distinto. "Mi padre resolvió plantar naranjos, pero de frutos amargos, lo que ayuda a verlos siempre poblados, y no en las manos de algún tentado transeúnte", explica su hijo Armando. Actualmente su producción se centra en el desarrollo vitivinícola, pues en su territorio se encuentran las más importantes viñas de nuestro país, ya que su microclima, con claros caracteres mediterráneos, es apto para la generación de los más destacados mostos del Valle de Colchagua.


La Hacienda el Huape, casa patronal de la familia Valdés Ossa, pertenece actualmente al Movimiento de los Focolares, como casa de retiro. Las cuidadoras Mila Vitorino y Rocío Chávez cuentan que Juanita Fernández Solar visitaba a menudo la antigua casa de la hacienda. De estilo colonial, la casa que se incendió a comienzos del siglo XX fue escenario de una levitación que la Santa vivió antes de ingresar a las Carmelitas Descalzas.





La ex Hacienda Nancagua, que a partir de 1960 pasó a ser la municipalidad, cuenta hasta hoy con algunos objetos de la época, como la caja de caudales original que muestra el alcalde Eduardo Escanilla.







En 1908 se inauguró el Santuario de Puquillay de Colchagua. La imagen de la virgen, que mide 3 metros de alto, forjada en fierro bronceado, fue arrastrada por bueyes hasta la cima. Desde el santuario se puede ver hacia el este, la cordillera de los Andes; al norte, los cerros de Yáquil y Apalta y al pie, el valle. En diciembre se celebrarán los cien años del santuario con una gran fiesta religiosa.

La arquitecta Nieves Cosmelli ha dedicado su trabajo a la restauración en Colchagua."En la comuna hay casas patrimoniales y parques que se encuentran en mal estado y representan la historia del sector. Cuenta con una gran riqueza en sus tierras, en su gente y en sus artesanos. Tenemos todas las herramientas, por eso es fundamental incentivar a los jóvenes a desarrollarse profesionalmente aquí y hacer florecer el sector", comenta.

Andrés Mella trabaja hace 41 años con madera y su excelencia ha traspasado las fronteras de Nancagua, recibiendo trabajos de santiaguinos. Además de construir, copia diseños para restaurar antigüedades. Asegura que la clave del éxito es que "el verdadero artesano es el que sabe proporcionar las medidas".

El 5 de febrero de 1770 se fundó la parroquia de Nancagua y se decidió construir un templo con las mismas características de las iglesias italianas, con ladrillo a la vista. Varios terremotos, como el de 1906, 1936 y 1985 menoscabaron su construcción, y después de varias restauraciones hoy guarda ciertas características y elementos originales de la época. El párroco Fernando Míquel muestra el Cristo que tiene la particularidad de contar con brazos articulados, una pieza única y antiquísima.


Los actuales vitreaux de la iglesia, que no son los originales, estuvieron durante el período del párroco Arturo Cornejo asignados a los diversos patrones de fundo que existían en la zona, quienes tenían la misión de mantenerlos y refaccionarlos de los traviesos niños que jugaban a romperlos con ondas y piedras. Cuenta la historia que durante la misa, el padre daba cuenta de los aportes que hacían cada uno de los hacendados, manteniéndolos así comprometidos con la causa.

La familia Edwards Fernández data desde 1900 en el Valle de Colchagua. Han marcado una fuerte tradición en el desarrollo vitivinícola. Alfonso Edwards junto a su señora y candidata a alcaldesa por la comuna, Margarita Chadwick Piñera, y sus hijos Alfonso y José, viven en Nancagua.

El fundo El Cardal es una de las propiedades más antiguas de la zona y cuenta con una casa que, según una de sus propietarias, Adriana Jaramillo, debe tener más de 250 años. "A mis padres siempre les escuché decir que la casa tenía alrededor de dos siglos, y si sumamos, hoy ya son varios años más. Lo más difícil es mantenerla", comenta. En la foto, junto a su sobrino Armando Jaramillo y su hijo Guillermo Exss.

El antiguo parque del fundo El Cardal cuenta con especies autóctonas, como centenarias araucarias y palmas. En la foto, Antonio Amadori, Camila Guarda y Carlos Pereira.

María de la Luz Tagle, Ximena Rivadeneira, Loreto Undurraga, Joaquín Montero y Constanza Vial forman parte de la familia Tagle, que cuenta con un gran campo en Yáquil de Nancagua, donde levantaron un condominio familiar.

La familia Tagle llegó a Nancagua en 1935, y ya van tres generaciones haciendo historia en la zona. En la foto, Nicolás y Juan Tagle, junto a Felipe Vial y Gonzalo Tagle.

Versión Digital 3 de agosto de 2008
El Mercurio S.A.P


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