Hitos de una época: El Chile del Centenario (I)
11 de junio de 2009
EL MORROCOTUDO
El Centenario de la Independencia de Chile se convirtió en una fecha para celebrar y emprender un profundo autoanálisis. Y el próximo año promete ser una gran fiesta que celebrará los 200 años de Chile. Comisión Bicentenario
Escrito por Comisión Bicentenario
En 1894 se formó en Chile la Comisión Centenario, cuya misión era proponer diversos proyectos y actividades para el Centenario de la República. Benjamín Vicuña Mackenna fue uno de los principales impulsores de transformar Santiago en “el París de América”.
Durante 1905, se reestructuró la Comisión Centenario, presidida por Agustín Edwards Mc Clure, Ministro del Interior de la época (en la imagen). La economía sufrió los embates del terremoto que azotó la zona central y que destruyó Valparaíso en 1906. La reconstrucción del principal puerto del país y las deudas fiscales provocaron un importante déficit financiero. En tanto en diciembre de 1907, otro trágico hecho afectó al país: la matanza de Santa María de Iquique, en la que murieron cientos de hombres, mujeres y niños.
En 1910, Chile tenía una población aproximada de 3.249.279 habitantes y estaba dividido en 23 provincias, además del territorio de Magallanes. La esperanza de vida llegaba a los 31,5 años. Santiago concentraba el 10% de la población total del país y tenía 1.600 conventillos, en los que habitaban 75.000 personas.
En mayo, el Presidente Pedro Montt participó en las celebraciones del Centenario de la independencia de Argentina como invitado de honor. Ese mismo mes el cometa Halley pasó sobre los cielos de nuestro país.
Desde los primeros meses del año se preparó el ambiente y las actividades para festejar los cien años de nuestro país. El Centenario de la Independencia de Chile se convirtió en una fecha para celebrar y emprender un profundo autoanálisis. Se planeaban fiestas y obras conmemorativas que intentaron dar una imagen de progreso y, al mismo tiempo, se abrió una amplia reflexión acerca de la realidad nacional.
Las críticas provenían de los más diversos ámbitos, la educación, la política, la corrupción, la identidad nacional, además de fuertes reparos a la oligarquía y al mundo político por la forma de dirigir el país.
Las críticas y la situación económica eran sólo algunas de las sombras que acecharon los festejos de nuestro primer Centenario. En agosto, el Presidente de la República, Pedro Montt, viajó a Alemania para mejorar su delicado estado de salud, donde muere el 16 de agosto. El Vicepresidente Elías Fernández Albano, quien asumió la dirección del país tras el viaje del Presidente Montt, fallece el 6 de septiembre del mismo año debido a una pulmonía.
A pesar de esto, el país celebró con entusiasmo los 100 años de Independencia. Aunque conmovidos por las sucesivas muertes, una comisión de notables y representantes políticos acordaron no postergar las fiestas del Centenario, que presidió la máxima autoridad de la República, el ministro más antiguo (se desempeñaba hace un año como Ministro de Justicia e Instrucción Pública), Emiliano Figueroa Larraín.
_______________________________________________
EL NAVEGABLE
Hitos de una época: El Chile del Centenario (I)
categorias: Columna - Cultura - Nacional
Aunque conmovidos por las sucesivas muertes, una comisión de notables y representantes políticos acordaron no postergar las fiestas del Centenario, que presidió la máxima autoridad de la República, Emiliano Figueroa Larraín.
Leído 263 veces
Escrito por Comisión Bicentenario
Por Mónica Benavides
En 1894 se formó en Chile la Comisión Centenario, cuya misión era proponer diversos proyectos y actividades para el Centenario de la República. Benjamín Vicuña Mackenna fue uno de los principales impulsores de transformar Santiago en “el París de América”.
Agustín Edwards Mc Clure
Durante 1905, se reestructuró la Comisión Centenario, presidida por Agustín Edwards Mc Clure, Ministro del Interior de la época (en la imagen). La economía sufrió los embates del terremoto que azotó la zona central y que destruyó Valparaíso en 1906. La reconstrucción del principal puerto del país y las deudas fiscales provocaron un importante déficit financiero. En tanto en diciembre de 1907, otro trágico hecho afectó al país: la matanza de Santa María de Iquique, en la que murieron cientos de hombres, mujeres y niños.
En 1910, Chile tenía una población aproximada de 3.249.279 habitantes y estaba dividido en 23 provincias, además del territorio de Magallanes. La esperanza de vida llegaba a los 31,5 años. Santiago concentraba el 10% de la población total del país y tenía 1.600 conventillos, en los que habitaban 75.000 personas.
En mayo, el Presidente Pedro Montt participó en las celebraciones del Centenario de la independencia de Argentina como invitado de honor. Ese mismo mes el cometa Halley pasó sobre los cielos de nuestro país.
Desde los primeros meses del año se preparó el ambiente y las actividades para festejar los cien años de nuestro país. El Centenario de la Independencia de Chile se convirtió en una fecha para celebrar y emprender un profundo autoanálisis. Se planeaban fiestas y obras conmemorativas que intentaron dar una imagen de progreso y, al mismo tiempo, se abrió una amplia reflexión acerca de la realidad nacional.
Las críticas provenían de los más diversos ámbitos, la educación, la política, la corrupción, la identidad nacional, además de fuertes reparos a la oligarquía y al mundo político por la forma de dirigir el país.
Las críticas y la situación económica eran sólo algunas de las sombras que acecharon los festejos de nuestro primer Centenario. En agosto, el Presidente de la República, Pedro Montt, viajó a Alemania para mejorar su delicado estado de salud, donde muere el 16 de agosto. El Vicepresidente Elías Fernández Albano, quien asumió la dirección del país tras el viaje del Presidente Montt, fallece el 6 de septiembre del mismo año debido a una pulmonía.
A pesar de esto, el país celebró con entusiasmo los 100 años de Independencia. Aunque conmovidos por las sucesivas muertes, una comisión de notables y representantes políticos acordaron no postergar las fiestas del Centenario, que presidió la máxima autoridad de la República, el ministro más antiguo (se desempeñaba hace un año como Ministro de Justicia e Instrucción Pública), Emiliano Figueroa Larraín.
---
Plataforma Urbana
01 Jun 2009
La Fiesta del Qué Dirán
Por Colaborador Invitado
PUBLICADO EN: COLUMNAS , bicentenario, calles, Chile, edificio, política, propiedad, río, santiago, Valparaiso
Por Alfonso Calderón*.
Esta columna está publicada en la Revista Foco 76 Ideas de ciudad. “BICENTENARIO”. Número 09. Año 2009.
La celebración del Centenario ha ido ganando prestigio con los años. Esta crónica costumbrista nos invita a retroceder a 1910 y mirar lo que entonces ocurría.
Santiago tenía, en 1910, 300.000 habitantes. Las calles principales eran de asfalto Trinidad. Surgen los balcones agresivos, a los que se asoman las familias prósperas, que hicieron fortuna con la plata de Chañarcillo, la propiedad agraria, la banca,
el parentesco, la política o las armas. Los focos eléctricos y el gas hidrógeno carbonado indican que el progreso está allí y no en los lugares del ultra-Mapocho, donde aún hay alumbrado de petróleo, calles de cantos rodados o barro, moscas y quiltros.
El Mercurio denuncia que un tercio de los habitantes vive “en un ambiente deletéreo, en medio de miasmas ponzoñosas, respirando y sufriendo la influencia y el contagio de infecciones y epidemias”. Cien mil personas viven “en habitaciones como inmundas mazmorras, estrechas, oscuras, sin ventilación, en que el organismo se atrofia y degenera”.
Las fiestas del Centenario tenían la mirada puesta en el qué dirán las visitas. El centro de Santiago era un mundo mágico. Tocadas con sombreros a lo Van Dyck, las damas dejaban caer las plumas lloronas. Los caballeros lucían magníficos jipijapas a lo Santos Dumont. Deslumbraban con botines de charol y la caña flexible del bastoncillo. Eran los días de la apertura de Gath & Chaves, del vals de La Viuda Alegre. Desean todos que llegue la primavera que invitará a los paseos por el Parque Cousiño. Una legión de vehículos: tandems, faetones, victorias, tour in hands, vis-a vis. En el teatro Municipal deslumbran, en los palcos, las bellezas irradiantes con toilettes de Lanvin o de Rose Descar. ¿Quiénes son esos pintiparados pisaverdes?: Camilo Ross o Alejandro Murillo; los poleros Dávila Ossa o los Saxtons.
De muertes y entierros
El 5 de julio de 1910 fusilan a Becker, el diplomático alemán que incendió la Legación (Nataniel esquina de Alonso Ovalle). Le dieron cinco balazos y fue necesario el tiro de gracia. Por las calles pasan los primeros Landolet Peatón, de 15 a 45 HP. El 8 de julio fallece Eusebio Lillo, poeta romántico y autor de parte de la letra del Himno Nacional. Tenía 86 años. El presidente de Chile era don Pedro Montt, un hombre triste, con aire de enterrador, de figura “algo tétrica”, todo de negro, como lo recordaba Joaquín Edwards Bello. Entró sano a La Moneda y llegó al final de su período con mortaja a la vista. En sus Memorias, Abdón Cifuentes dice que los gastos fiscales aumentaron alrededor de 50%.La deuda externa creció en seis millones de libras esterlinas. Y él era un economista prestigioso.
El 10 de junio muere en Bremen, adonde había ido en busca de salud. Montt era orero; es decir, partidario de la conversión en oro de los billetes emitidos. Sus contradictores eran papeleros, partidarios de las emisiones inorgánicas. Edwards Bello asistió a sus funerales y recordó que la urna era una obra de arte que no debieron haber enterrado. El cargo lo ocupó un hombre honesto, Elías Fernández Albano. Tenía mala salud y le correspondería recibir a las delegaciones que vendrían a conmemorar el Centenario. A fines de agosto, enferma Fernández Albano. El 21, un aeronauta llamado César Copetta efectúa el primer vuelo en los cielos de Santiago, en un biplano Voisin. Logró elevarlo en la chacra Valparaíso (Ñuñoa), de Ramón Cruz Montt. El caricaturista Moustache, de la revista Zig-Zag, imagina un diálogo entre un huaso y un gringo:
-¿Pero no les llama la atención a ustedes ver un hombre volando?
-¡Qué nos va a admirar! Cuando aquí el que menos corre, vuela.
LLEGAN LAS VISITAS
Envueltos con guirnaldas de luces, los palacios centellean. A veces se lee en los frontis: ¡Dios y Patria! Trepando, las luminarias cubren el contorno del Santa Lucía. Los preparativos son a tambor batiente. Doña Isidora Goyenechea de Cousiño ordena la construcción de la Casa de Botellas, en la Quinta Normal. El arquitecto Enrique Dubois, a pedido del intendente Cousiño, debe entregar, para mayor gloria de Santiago, el llamado Parque Forestal. Se pide en todos los tonos que no vayan a exhibirse las basuras como enseñas gloriosas en las puertas de las casas y cités.
Las tiendas contienden en el frenesí de las ofertas. Hay sombreros de paja de Italia; champaña Mumm, Cordon Rouge y Veuve Clicquot; tirantes Shirley President; quitasoles de la casa Prá; Flirt, deliciosa bebida sin alcohol; guantes de cabritilla para la opera; el terno del Centenario; corsé Pouget; automóviles Renault, Panhard y Berliez; té Ratampuro; pilules orientales. El mes de septiembre se inicia con la apertura de Gath & Chaves, ubicado en la esquina de Estado con Huérfanos. Daniel de la Vega habló de una “catedral metálica”. Una de las novedades era la presencia de los maniquíes. En El Mercurio dijeron que al levantar las cortinas de hierro, una multitud femenina invadió todo. Hubo de venir la policía para impedir accidentes.
El 6 muere Elías Fernández Albano. Se nombra al ministro más antiguo del gabinete: don Emiliano Figueroa Larraín, “un Segundo Sombra chileno, grande y fuerte, con algo de viñatero” (Joaquín Edwards Bello), de fisonomía plácida y risueña, propia de un gran vividor de la decadencia romana. Tenía -dice Edwards- el buen humor constante “del gordo alegre, de vientre victorioso y patilla rizada”.
¡A inaugurar tocan! Surge la Estación Mapocho. Su presupuesto inicial, en 1905, fue de 395,514 pesos, con 38 centavos. El edificio cubrirá una superficie de 5.400 metros cuadrados. Los planos fueron obra del ingeniero Emilio Jéquier.
Llegan las visitas. La capital se prepara para un ir y venir constante. Los banquetes son 50 en pocos días. El del día 17 es el más relumbrón. Lo ofrece Emiliano Figueroa a Figueroa Alcorte, el presidente argentino y a 250 invitados. ¿La carta? Como para creer real un nuevo festín de Trimalción. Con un baile, la familia Concha festeja a las delegaciones extranjeras. Eduardo Balmaceda Valdés registra así el paisaje interior:
“Las inmensas arañas de Baccarat despedían mil luces… y en el gran comedor relucía la vajilla de plata maciza de las minas de Caracoles, con sus enormes piezas cinceladas, dignas de la mesa de algún soberano”.
LOS AGUAFIESTAS
En tanto, las familias del pueblo recorren las calles Ejército y Dieciocho. Tribus enteras que salían endomingadas a gozar de su Centenario. El 17 en la mañana, una aeronauta colombiana desciende en globo en la Quinta Normal. Todo parece estar
bien. Pero los aguafiestas muestran otra faz de los sucesos. Luis Emilio Recabarren habla en nombre del pueblo: “Nosotros, que desde hace tiempo estamos convencidos de que nada tenemos que ver con esta fecha, que en nuestro concepto sólo tienen razón de celebrarla los burgueses, porque ellos, sublevados en 1810 contra la Corona de España, conquistaron esta patria para gozarla ellos y para aprovecharse de todas las ventajas que la independencia proporcionaba, pero el pueblo, la clase trabajadora, que siempre ha vivido en la miseria, nada, pero absolutamente nada, gana ni ha ganado con la independencia de este suelo”.
Al final, un cronista soñoliento resume: “Entre las cosas buenas que nos quedarán como recuerdos del Centenario figura la novedad de haber visto por primera vez en nuestra vida las calles del centro de Santiago perfectamente limpias durante varios días”.
Al término del mes del Centenario, se hablaba del temor de la vuelta a lo mismo de siempre. Que tuviéramos salubridad parecida a Calcuta; que volviera el cólera; que el cometa Halley, visto ese año en el amplio cielo de la Quinta Normal, nos trajera desgracias sin cuenta. Que fuese necesario pensar en el Bicentenario para salir de las desdichas y apreturas. Podría seguir en el pie de la pregunta: ¿y cómo estamos hoy?
Alfonso Calderón es escritor, miembro de número de la Academia Chilena de la Lengua, Premio Nacional de Literatura de 1998.
Etiquetas: El Primer Centenario
0 comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio