martes, 12 de agosto de 2008

Juan Francisco González, los Caviedes de Valparaíso, y El Mercurio

Autoretrato de Juan Fco. González en 1885

Poco se han preocupado los historiógrafos de la pintura chilena en destacar las semblanzas biográficas de muchos de los personajes con los cuales se puso en contacto Juan Francisco González (1853-1933) durante su larga y agitada carrera artística. Una personalidad apasionada, bohemia, y por lo demás extremada atrayente, lo llevó a entroncar su vida de artista con las más notables figuras del arte, la poesia, e la politica, e incluso el periodismo chileno de entre fines del siglo diecinueve y comienzos del siglo veinte.

Prueba de esto es que, en un recuento de los retratos que produjo el maestro entre las décadas de 1870 a 1930 se encuentran aquellos de Arturo Prat, Juan Carlos Condell, uno del déspota peruano Nicolás de Piérola, uno del infortunado general balmacedista Orozimbo Barbosa, otro de Augusto D´Halmar, otro de Pedro Prado, y otro de Francisco García Huidobro. Si en verdad no llevó al lienzo a Gabriela Mistral, la agraciada poetisa no escatimó elogios en la apreaciación de las obras y del temperamento del popular pintor.

De una manera desconocida para muchos, pero no menos casual, la pintura de Juan Francisco González se entrecruza con la historia de El Mercurio de Valparaíso, y también con la de El Mercurio de Santiago, a través de los contactos establecidos con la familia del periodista Eloy Temistocles Caviedes. Este hombre tiene la relevancia de haber sido el único corresponsal de guerra destacado por El Mercurio de Valparaíso para cubrir las acciones de la armada chilena en el bloqueo de Iquique y de los cuerpos de desembarque en Pisagua y Arica.

Caviedes había nacido en 1849 en Rancagua, asiento de la familia desde la llegada del palenciano Francisco de Caviedes en 1605, y creció afincado a la explotación agrícola que sus familiares tenían en la región de Cachapoal. En la década de 1860 su hermana Sinforosa decidió radicarse en el puerto de Valparaíso para supervisar las exportaciones de los productos del agro provenientes de las tierras que poseían. El espíritu inquieto de su hermano Eloy no se satisfizó con estas operaciones y de manera espontánea decidió sumarse a El Mercurio en 1864, con un humilde puesto de tipografo. No pasó mucho tiempo hasta que sus superiores notaran que el aprendiz estaba dotado de una mente acuciosa, de una audacia temeraria, y tenía ambiciones literarias que iban más alla de los tediosos quehaceres de los talleres. Sus talentos de escritor empezaron a revelarse lentamente a través de cortos ensayos acerca de la mitología aracauna publicada en la revista ¨Fénix¨de Rancagua, y en una novela titulada ¨Viva San Juan¨que obtuvo una mención honrosa en un torneo literario celebrado en 1878

Así, al estallar la guerra del Pacífico, no hubo trepidación por parte de algunos directivos de El Mercurio de asignar a Eloy T. Caviedes como corresponsal de guerra a bordo de los buques de la escuadra. Su patrióticas crónicas acerca de las contiendas bélicas iban a aparecer durante los cuatro años de la guerra, al final de la cual Caviedes publicó sus memorias en dos volúmenes titulados ¨Cartas de la Escuadra¨y ¨Cartas del Desierto.¨

¿Cuándo y bajo que circunstancias iban a cruzarse las vidas de estas dos personalidades? Como lo refiere Roberto Zegers de la Fuente en la biografía ¨Juan Francisco González. Maestro de la Pintura Chilena¨(1983), ante la inminencia de una guerra entre Perú y Chile, González y su amante Rosario de Guzmán de Bosa y Lillo se embarcaron con destino a Chile en el vapor ¨Lontué¨ a bordo del cual tuvo lugar un fugaz encuentro entre el pintor y el capitán Arturo Prat, quien había abordado el navío en Antofagasta. Pocos meses después de la muerte de Prat, Juan Francisco González pinto de memoria el único retrato del heroe. Después de una estadía de varios años en La Serena, González continuó viaje hacia Valparaíso lugar en el cual halló ocupación formal en el liceo de hombres, dirigido en aquel entonces por el egregio educador y literato Eduardo de la Barra. De estos años data el detallado óleo ¨La clase de dibujo¨, la primera obra escénica de González. Aquel liceo que hoy lleva el nombre de su genial rector se halla a menos de un kilómetro de una casona de estilo mecantil ingles que la señora Sinforosa Caviedes había hecho construír después de su llegada de Rancagua. Casa señorial y amplia, aquella residencia tenía en su primer piso más de doce habitaciones en las cuales residía doña Sinforosa, su hermano Eloy Temistocles, y su madre doña Rosario de Caviedes. Un departamento anexo al primer piso parece haber sido arrendado por Juan Francisco González y Rosario de Guzmán.

Cuando años más tarde , en 1888 el pintor retorna a Valparaíso después de una primera estadía en Europa y una segunda permanencia en La Serena donde contrajo matrimonio con doña Filomena Ramírez, su primera esposa, el pintor y su familia halla albergue nuevamente en la casa de doña Sinforosa Caviedes. El biógrafo Zegers de la Fuente describe esta casa y las pinturas que allí encontró en los siguientes términos: “La casa tenía una vista maravillosa hacia el oriente y hacia el poniente, y en aquellos años del pintor el panorama debe haber sido más solitario. Desde allí, con seguridad, Juan Francisco pintó esos notables cuadros de cerros porteños hechos a base de grandes masas en que la luz anima, confunde y destaca elementos insospechados. La casa de Quebrada Jaime conservaba, cuando la conocí, dos retratos de los antiguos dueños y las ventanas y puertas estaban manchadas de pintura.” El autor de este artículo aún tiene recuerdos de su infancia en esta casa ubicada al pie del Cerro Mariposa de Valparaíso, en cuyo amplio comedor presidían los retratos de doña Rosario de Caviedes y Eloy T. Caviedes, y cuyas numerosas mamparas de vidrio de hallaban cubiertas por bozetos esquematizados por el maestro. En esta casa vivieron los descendientes de la familia Caviedes hasta 1950 cuando esta propiedad fue vendida a extraños los cuales en los años venideros produjeron su casi total decaímiento. La casa existe todavía existe en la Subida Teniente Pinto, pero la espléndida vista que se gozaba de la bahía ha sido arruinada por la construcción posterior de una habitación estrecha y obtusa.

Retrato de Rosario de Caviedes madre de E.T. Caviedes, 1890


Es, por lo tanto, una aserción no gratuita que durante la estadía de Juan Francisco González en la casa de los Caviedes el maestro pintó los retratos de doña Rosario y don Eloy a los cuales se refiere Zegers de la Fuente y que se detallan en este artículo. En ambos se reconocen los trazos típicos del período “academicista” del pintor. El retrato de Eloy es sin duda el más acabado y en el se distingue el acusioso tratamiento de los ojos, la frente, y la región sub-nasal del rostro. Poco se ha escrito acerca de la destreza única que Juan Francisco González tenía para expresar en la representación de los ojos el ánimo profundo del individuo. Una cuidadosa reproducción de la coloración del iris, la precisa ubicación del destello luminoso más arriba de la pupila, y la concentración inquisitiva de la mirada revelan la destreza innata del pintor para captar atmósferas interiores y actitudes exteriores. Los ojos en los retratos de González parecen transmitir el mudo mensaje “desde aquí yo también te observo” que infunden de respeto a quienes los contemplan. Las frentes en estos cuadros reflejan con gran detalle las variaciones del cutis y las particulares inflexiones de la carne subyacente. En este, como asi también en otros retratos se nota claramente una tri-dimensionalidad de la frente creada con sutiles cambios de tonos, un efecto que solo los mejores maestros retratistas pueden producir. En la región en torno a la boca denótase, como en otros retratos de varones, la determinación de la persona expresadas en el poderío del mentón o en el mutis severo de los labios, muchas veces sombreados por una barba patriarcal y venerable. Hacia el area del cuello tiene lugar una transición en la cual los detalles del rostro se desvanecen en una vaguedad oscura muy demostrativa de las tendencias impresionistas del pintor. Como lo que interesa es el rostro, el cuello, las orejas, e incluso los cabellos se mezclan gradualmente con los colores generalmente sombríos del trafondo. Los ojos, la frente y la barba del retrato de Eloy T. Caviedes exhiben notables coincidencias con otros retratos realizados por el pintor durante este período, tales como el del general Orozimbo Barboza en el Museo de Bellas Artes de Santiago, aquel de Carlos Condell en la Escuela Naval de Valparaíso, o el retrato de un viejo en museo del Palacio Vergara de Viña del Mar.

Es, por lo tanto, una aserción no gratuita que durante la estadía de Juan Francisco González en la casa de los Caviedes el maestro pintó los retratos de doña Rosario y don Eloy a los cuales se refiere Zegers de la Fuente y que se detallan en este artículo. En ambos se reconocen los trazos típicos del período “academicista” del pintor. El retrato de Eloy es sin duda el más acabado y en el se distingue el acusioso tratamiento de los ojos, la frente, y la región sub-nasal del rostro. Poco se ha escrito acerca de la destreza única que Juan Francisco González tenía para expresar en la representación de los ojos el ánimo profundo del individuo. Una cuidadosa reproducción de la coloración del iris, la precisa ubicación del destello luminoso más arriba de la pupila, y la concentración inquisitiva de la mirada revelan la destreza innata del pintor para captar atmósferas interiores y actitudes exteriores. Los ojos en los retratos de González parecen transmitir el mudo mensaje “desde aquí yo también te observo” que infunden de respeto a quienes los contemplan. Las frentes en estos cuadros reflejan con gran detalle las variaciones del cutis y las particulares inflexiones de la carne subyacente. En este, como asi también en otros retratos se nota claramente una tri-dimensionalidad de la frente creada con sutiles cambios de tonos, un efecto que solo los mejores maestros retratistas pueden producir. En la región en torno a la boca denótase, como en otros retratos de varones, la determinación de la persona expresadas en el poderío del mentón o en el mutis severo de los labios, muchas veces sombreados por una barba patriarcal y venerable. Hacia el area del cuello tiene lugar una transición en la cual los detalles del rostro se desvanecen en una vaguedad oscura muy demostrativa de las tendencias impresionistas del pintor. Como lo que interesa es el rostro, el cuello, las orejas, e incluso los cabellos se mezclan gradualmente con los colores generalmente sombríos del trafondo. Los ojos, la frente y la barba del retrato de Eloy T. Caviedes exhiben notables coincidencias con otros retratos realizados por el pintor durante este período, tales como el del general Orozimbo Barboza en el Museo de Bellas Artes de Santiago, aquel de Carlos Condell en la Escuela Naval de Valparaíso, o el retrato de un viejo en museo del Palacio Vergara de Viña del Mar.

El periodista Eloy T. Caviedes, 1890

El cuadro de doña Rosario es más esquematico y simple en ejecución. Las facciones severas denotan el ceño de una matrona adusta y algo inexpresiva. Los labios delgados dejan entrever una frialdad emocional que contrasta con la contenida pasión y la feminidad sensual que exuden muchos de los retratos de mujeres producidos por el maestro. Sin embargo, donde resurge la calidad del maestro es en la tonalidad expresiva de los ojos de esta dama madura.

Estos retratos, como también muchos otros que fueron pintados en la casa de los Caviedes entre 1886 y 1894, pasaron a la posesión de doña Eugenia Caviedes de González, hija de don Pedro Caviedes - hermano de doña Sinforosa y Eloy T. Caviedes - y única descendiente de esta rama de la familia. Don Pedro tenía un puesto dirigente en el departamento contable de El Mercurio de Valparaíso durante el primer cuarto del siglo veinte, obtenido talvez por mediación de su hermano Eloy Temistocles. Debe haber sido gracias a la interseción de este tío en segundo grado que Luis Caviedes Sánchez llegó a Valparaíso en 1920 y comenzó a trabajar como junior en el periódico. Durante los cruentos años de la depresión de los 1930s, se enroló en la Armada de Chile donde condujo una sobria carrera hasta 1954. Luis Caviedes era el unico hijo varón de José Ignacio Caviedes, de Codegua, en la Provincia de Rancagua, y en la condición de ser el único descendiente másculino de los Caviedes en Valparaíso, a él le fueron legados, por determinación de doña Sinforosa y doña Eugenia Caviedes, los dos retratos hechos por Juan Francisco González..

Juan Francisco González parece haber mantenido una relación muy estrecha con los Caviedes de Valparaíso hasta la mitad de la década del 1890, que es un período muy activo en la creacion histórica de Eloy T. Caviedes, y de la producción artística de Juan Francisco González . Hacia 1900 el destino de ambos hombres se separa cuando el pintor se va a residir a Limache, y después de un viaje al sur del Perú se radica en Santiago. De manera similar cambia el destino de Eloy T. Caviedes. Cuando Agustín Edwards McClure decide fundar El Mercurio de Santiago en 1900, invita a Caviedes a unirse a la nueva empresa como jefe de servicios informativos, ofrecimiento que es aceptado por el experimentado periodista. Sin embargo las durezas de la vida en campaña y la febril actividad de Caviedes durante más de cuatro décadas de periodismo activo han hecho mella en su salud y una aflicción cardiaca comienza a afectarlo de tal manera que debe acogerse a un retiro prematuro en 1901. Un año después y en un dia de radiante calor estival fallece en Santiago el 26 de Diciembre de 1902.

No cabe duda que tiempos difíciles tienden a producir individuos de cualidades excepcionales. A esta regla se ajustan las vidas paralelas de Eloy T. Caviedes y Juan Francisco González. Mientras el primero se destaca como un innovador en el género de las crónicas bélicas de la Guerra del Pacíifico y de los campos de batalla durante la revolución de 1891, el gran maestro de la pintura chilena comienza en Valparaíso la época más prolifica e innovadora de su carrera artística en estos mismo años. Durante este período el pintor abandona el academismo formal que caracteriza sus primeras obras y adopta un estilo colorista original, muy criollo y espontáneo, cuya impronta aparece en sus obras del siglo veinte y se manifiesta en sus discípulos de la Escuela de Bellas Artes de Santiago. Es una coincidencia providencial que las vidas de estos dos innovadores se haya cruzado en aquella casa señorial que todavía existe en la falda del cerro Mariposa. Por otra parte, si esto los une, hay una gran diferencia ideológica que los separa. Caviedes no tiene ambajes para proclamar su adhesión a las fuerzas del parlamentarismo constitucional que derrocaron a José Manuel Balmaceda, mientras que Juan Francisco González había sido un admirador de la gestión del trágico presidente y un amigo personal del General Orozimbo Barboza immolado en los campos de Placilla. Un sobrio retrato del militar queda todavía como tributo de esta amistad.

Dentro del ámbito de la prolifica producción pictórica de Juan Francisco González y de los diferentes ambientes en que se desplegó su actividad artistica, este artículo que tiene como principal propósito revelar los contactos hasta ahora desconocidos entre estos dos personajes del Valparaíso de fines del 1800.

Orilla de lago, oleo de 1887


Calle de San Fernando


Calle de Limache


César N. Caviedes, es profesor de la Universidad de Florida. Nació en Valparaíso y estudió en la Universidad Católica de Valparaíso en donde fue también profesor. Después de haber obtenido un título doctoral en la Universidad de Freiburg, en Alemania, desempeñó actividades académicas en Milwaukee, Saskatchewan (Canadá), y en Florida. Es considerado como una autoridad mundial en el estudio del fenómeno de El Niño.


4 comentarios:

A las 30 de julio de 2010, 18:01 , Blogger Unknown ha dicho...

Estoy escribiendo una novela sobre la batala de Placilla, en la investigación de época, obviamente me he encontrado con la figura de Eloy Caviedes, aunque ya sabíamos de él por su labor periodística. Me falta información sobre Juan Francisco González viitando el campo de batalla en que muere su amigo el general Barboza, creo que va al otro día, hay algunas versiones. Poco se sabe de eso, al parecer no hay bosquejos o dibujos.

 
A las 30 de julio de 2010, 18:02 , Blogger Unknown ha dicho...

Estoy escribiendo una novela sobre la batala de Placilla, en la investigación de época, obviamente me he encontrado con la figura de Eloy Caviedes, aunque ya sabíamos de él por su labor periodística. Me falta información sobre Juan Francisco González viitando el campo de batalla en que muere su amigo el general Barboza, creo que va al otro día, hay algunas versiones. Poco se sabe de eso, al parecer no hay bosquejos o dibujos.

 
A las 28 de marzo de 2014, 19:08 , Blogger Fernando Javier Imas Brügmann ha dicho...

Un aporte sobre la familia Caviedes, algunas de sus propiedades y en especial el origen del nombre de la mina El Teniente.
“Don Francisco de Caviedes, español de antigua y noble familia, fue administrador del pueblo de indígenas de Rancagua, y por 1639 lo es del pueblo de Aculeo. Dueño de la Estancias La Leonera y Machalí, “también llamada Quebrada de Machalí, constaba de Machalí pueblo; El Sauzal, hacienda parte integrante de la estancia y las grandes invernadas de Perales, en que está la mina de El Teniente, y se llamó así porque su dueño don Francisco de Caviedes tenía el grado de Teniente en el Ejército español; y “Manzanal”, que se extiende hasta la línea divisoria con Argentina, por el lado poniente esta estancia comprendía gran parte de la llamada Hacienda de la Compañía”. Testamento de Francisco de Caviedes, Biblioteca Nacional, sección manuscritos.
Don Francisco fue casado con doña Isabel de Araya, bisnieta del don Rodrigo de Araya, y sobrina bisnieta de don Alonso de Córdova, personajes ampliamente conocidos en nuestra historia.
Caviedes Muere por 1670 en Santiago, "Mando que mi cuerpo sea sepultado en el Colegio de la Compañía de Jesús de San Miguel de la ciudad de Santiago y mi cuerpo amortajado con el hábito de San Francisco"

 
A las 11 de mayo de 2022, 6:13 , Blogger PACALO ha dicho...

Muchas gracias por esta información. Muy interesante de conocer. Mi familia paterna Caviedes, es de Rancagua y Codegua y me encanta saber de los orígenes.

 

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