domingo, 23 de diciembre de 2007

Cineasta Miguel Littin


MIGUEL LITTIN


Descendiente de inmigrantes árabes y griegos, Miguel Littin nació en Palmilla en 1942. Estudió teatro en la
Universidad de Chile y trabajó como director de televisión en el canal de la misma universidad. Su carrera cinematográfica comenzó de la mejor manera, en 1969, con El chacal de Nahueltoro, película que impactó al medio chileno, no sólo en términos de taquilla, sino también en términos sociales y políticos. En la obra, Littin denuncia crudamente la marginalidad del campesinado y el absurdo accionar de la justicia. Elevado a la notoriedad pública a raíz del film, Salvador Allende lo designó a la cabeza de Chile Films en 1971. Durante la Unidad Popular, junto con sus labores ejecutivas, realizó algunos documentales y el largometraje La Tierra Prometida, que sería terminada y estrenada en el exilio. Littin fue por mucho tiempo el clásico ejemplo del cineasta comprometido y militante, aún cuando nunca perteneció a partido político alguno, buscando narrar las aventuras y sufrimientos del pueblo chileno y latinoamericano. Luego del golpe de Estado, Littin se radicó en México. Allí dirigió en 1975 la monumental obra Actas de Marusia basada en la novela homónima de Patricio Manns. La cinta narra una rebelión de trabajadores salitreros en el norte chileno y su brutal represión. La obra se entiende como parte del debate sobre el fracaso de la Unidad Popular y en general es una interpretación del movimiento obrero y popular del siglo XX chileno. Filmada en el desierto en Chihuahua, la obra contó con un enorme presupuesto, grandes actores como Gian María Volonté, y la música de Mikis Theodorakis y Angel Parra. La cinta fue un éxito de taquilla, recibió muchos premios e incluso estuvo nominada entre las cinco mejores películas extranjeras en los premios Oscar. A partir de allí, Littin adquirió un status de cineasta latinoamericano. Adaptó obras de Alejo Carpentier (El recurso del método, 1978), de Gabriel García Márquez (La viuda de Montiel, 1979) y de Pedro Prado (Alsino y el cóndor, 1982, también finalista en los Oscar), todas con gran presupuesto. En 1985 Miguel Littin regresó a Chile para filmar clandestinamente una crónica de la dictadura. Su osadía inspiró el libro de Gabriel García Márquez Aventura de Miguel Littin clandestino en Chile, que se transformó rápidamente en un best seller en el mundo. Las imágenes tomadas por Littin en Chile son la base del documental Acta general de Chile, de 1986. Posteriormente Littin retornó a la temática latinoamericana con Sandino de 1990. Con la vuelta de la democracia en Chile, Littin dejó el exilio y retornó definitivamente al país. En 1994 dirigió Los náufragos, sobre el complejo proceso de retorno a Chile desde el exilio. En 2000 retomó el estilo de epopeya popular con Tierra del Fuego.


HOMENAJE A MIGUEL LITTIN
Este es un video homenaje para Miguel Littin. Estuvo en Río Gallegos desde el 17 al 19 de septiembre en la tercera muestra de cine chileno contemporaneo en el complejo cultural.Contiene imágenes de sus películas "El chacal de nahueltoro", "La última luna" y "los naufragos"
sergioadrianalvarez

EL MERCURIO VALPARAÍSO
Año 174 - Nro. 59480 - Jueves 26 de octubre de 2000

Las películas que fueron seleccionadas por la Corfo

Un total de 26 largometrajes argumentales y dos documentales recibieron fondos estatales para su realización. Entre los elegidos figuran los nuevos proyectos de Cristián Galaz, Miguel Littin, Ricardo Larraín, Silvio Caiozzi y Tatiana Gaviola
Por segundo año consecutivo, una variada gama de historias resultaron favorecidas en el Concurso Nacional para el Desarrollo de Proyectos de Largometrajes para Cine y Televisión, convocado por Corfo, y cuyos resultados fueron dados a conocer ayer por el vicepresidente ejecutivo de la corporación, Gonzalo Rivas, y la coordinadora de Fondart, Nivia Palma. En esta ocasión, se presentaron 85 proyectos de largometrajes, de los cuales finalmente fueron 28 los escogidos para recibir fondos por un total de $188,5 millones.

El 50 por ciento de los seleccionados corresponde a trabajos de realizadores consagrados como Miguel Littin, Silvio Caiozzi, Cristián Galaz y Ricardo Larraín, entre otros, y el resto a los primeros largometrajes de otros directores. De los 28 favorecidos, dos corresponden a telefilmes, otros dos a documentales fílmicos, dos más a largometrajes que emplean animación y otros dos a coproducciones con países del Mercosur. Todos estos fondos se distribuirán entre diseño de presupuestos, planes de financiamiento, marketing, publicidad, elaboración de guiones y asistencia para coproducciones, entre otras áreas.

La mayoría de los cineastas favorecidos por el concurso se manifestaron contentos y sorprendidos. Miguel Littin, cuyo "El viajero de las cuatro estaciones", basado en su novela homónima, fue una de las cintas seleccionadas, confirmó que no se repostuló como alcalde de Palmilla para poder dedicarse exclusivamente al proyecto, una historia de carácter autobiográfico inspirada en la vida de su abuelo, el inmigrante griego Kristo Cucumides, que llegó a vivir a Palmilla y se enamoró de una niña de 15 años, María de Argos. "Se filmará en Palmilla, Grecia y en el sur de España", adelantó Littin, interesado en destacar la figura de su abuelo: "Es el ser más mágico que he conocido en mi vida, tenía una visión lúdica de la existencia, en constante carnaval".

Publicación "El Mercurio", 19 de Abril de 2000

"Tierra del Fuego" de Miguel Littin Participará en Cannes

La película del director chileno se exhibirá en la muestra "Una cierta mirada", paralela a la competencia oficial del festival de cine francés.Miguel Littin ya lo sabía desde enero. Pero una de las condiciones impuestas por la organización del Festival de Cannes era que la información no se podía divulgar antes del anuncio oficial, realizado ayer. Por eso, hoy la noticia es que "Tierra del Fuego", la última película del realizador chileno, fue seleccionada para la muestra paralela llamada "Una cierta mirada".La exhibición, cuya fecha exacta aún no está fijada, servirá como estreno mundial de "Tierra del Fuego", que según confirmó el propio Littin será estrenada simultáneamente en España, Italia y Francia. El debut de la producción en Chile está programado para los primeros días de junio, probablemente el jueves 8. "Eso depende de las actividades que tengamos que realizar en Cannes. No hay que olvidar que además de en 'Una cierta mirada' estaremos en el mercado, negociando con productores, y en las actividades relacionadas", comentó Cristina Littín, productora del filme.Otros seleccionados para "Una cierta mirada" son Rodrigo García - el hijo de Gabriel García Márquez- , con su película "Things you can tell just by looking at her"; el mexicano Arturo Ripstein, con "Así es la vida"; la actriz y directora de origen protugués María de Medeiros, con el filme "Capitaes de Abril" y el realizador cubano Juan Carlos Tabío, con "Lista de Espera", entre los 22 títulos participantes.Esta participación en la sección "Una Cierta Mirada" - que entrega la Cámara de Oro como reconocimiento a la mejor película de esta selección- marcará el retorno del cineasta chileno a ese certamen, después de que en 1994 estrenara mundialmente su película "Los Náufragos", también en el marco de la mencionada sección.Miguel Littin descartó que las actividades promocionales de "Tierra del Fuego" que él mismo realizó en Cannes el año pasado - en las que estuvo acompañado por el escritor chileno Luis Sepúlveda, guionista de la película- hayan tenido alguna influencia en la decisión de la comisión seleccionadora. "Eso nos sirvió para ponernos en contacto con gente importante que nos ayudó a terminar la película, pero la comisión del Festival supo de 'Tierra del Fuego' sólo en enero, cuando postulamos", argumentó.Littin agregó que aprovechará su visita a Cannes para comenzar a producir su próximo proyecto, "El viajero de las cuatro estaciones", que cuenta la historia de su abuelo, un inmigrante griego que, escapando de la Segunda Guerra Mundial, llegó hasta la localidad chilena de Palmilla acompañando a 39 mujeres. "Como la novela ya ha sido publicada en Europa, no estaré partiendo de cero", concluyó el cineasta.


Películas [editar]
El Chacal de Nahueltoro 1969
La tierra prometida 1972
Actas de Marusia 1975
El Recurso del método 1978
La Viuda de Montiel 1979
Alsino y el cóndor 1982
Acta general de Chile 1985
Sandino 1991
Los náufragos 1994
Tierra del fuego 2000
La Última luna 2005

Documentales [editar]
Compañero Presidente 1970


Cinelandia, No. 415, 23 de agosto de 1975. P. 33
LITTIN Kukumides, Miguel


ENFOQUE, Nº 4,REVISTA DE CINE
Verano Otoño 1985


Miguel Littin
“La vida es más importante aun que el cine”

Por supuesto no es el típico galán de esta época, ni tendría por qué serlo, pero es el más conocido de los cineastas chilenos en el extranjero y tiene a su haber varios premios por sus películas. Además es un hombre sumamente instruido, al que le apasiona la música, la literatura y la estética en general. Mucho más conservador de lo que se podría esperar, se declara eternamente enamorado de su mujer y los ojos le brillan al hablar de sus hijos y nietos.

Gabriela Gayani Sch.

Dos veces nominado al Oscar por “Alsino y el Cóndor”, de 1982 y “El chacal de Nahueltoro”, de 1975, a Miguel Littin no es el reconocimiento de la Academia lo que lo guía en su búsqueda cinematográfica; al contrario, pone su creación al servicio de grandes causas o temas que le apasionan.

Nacido en Palmilla, una localidad de Colchagua, en 1942, su creación intelectual abarca muchos temas. Ha escrito varios libros y obras teatrales, tiene varios en carpeta, y ha sido el guionista y director de una veintena de películas.

Estudió arte dramático y escenografía en la Universidad de Chile. En 1963 fue director del canal 9 (el canal que acaba de comprar Piñera, Chilevisión), y el 68, siendo profesor de esa misma casa de estudios, realizó su primer largometraje –“El chacal de Nahueltoro”-, basado en la historia de un campesino analfabeto que mata a hachazos a su mujer e hijos. La crítica lo destrozó y lo acusó de “morboso y violento” por el contenido del film; no obstante, hoy es reconocido como uno de los hitos de la cinematografía latinoamericana.

En 1971, el Presidente Allende lo nombró presidente de Chile Films, una de las razones por las que debió partir al exilio en 1973, primero a México y luego a España. En 1986 viajó clandestino a Chile y filmó “Acta general de Chile”. El 90 regresó definitivamente al país.

Amigo personal de Gabriel García Márquez, el colombiano escribió un libro titulado “La aventura de Miguel Littin, clandestino en Chile”; pero hubo un problema, el novelista redactó en primera persona, y la confusión fue tremenda para ambos.

El cariño por su ciudad natal, lo convirtió en alcalde de Palmilla por dos períodos consecutivos, pero el desgaste entre la labor edilicia y su constante creación, hizo que, finalmente, se dedicara sólo al cine y estrenara, hace poco tiempo, “La última luna”, una película en la que él reconoce haber vuelto al “cine de autor”, donde no importa la taquilla, sino el contenido del film.

-¿Siempre tus películas generan debate?
“Los temas que yo enfrento siempre generan debate. Recuerdo que cuando hice “El chacal de Nahueltoro”, me trataron poco menos que de antipatriota. La polémica se creó desde antes de que apareciera, lo que me sirvió de propaganda. Lo mismo pasó cuando filmé en Nicaragua en la guerra o cuando vine clandestino el 82 a filmar a Chile. Cartas iban y venían.
“Si te dedicas a contestar no filmas, pero la razón que me lleva a hacer mis films es decir las verdades que se tienen que expresar también en el cine. Hay que entender mi postura a partir del compromiso sartriano, el de la responsabilidad de los intelectuales frente al fluir del mundo; Sartre es un filósofo y un escritor que marcó a toda mi generación”.

-¿No crees que esas polémicas pueden alejar a la gente de las salas?
“Es posible, pero qué puede hacer uno. Me lo pregunto todos los días, uno hace una película y hay críticos que la interpretan como quieren e incluso ponen notas, de una manera absolutamente irresponsable, porque no estamos en la escuela. Mi deber es con el hombre y con su destino y creo que el público es mucho más educado y mejor informado que la gente que se expresa de esa forma. Yo debiera contestarle a esos señores que son unos ignorantes y debieran estudiar de nuevo, pero ni siquiera vale la pena, porque se creen la voz del público y, finalmente, no son nada; salvo algunas excepciones”.

-¿Nunca te ha picado el bichito de hacer algo comercial?
“Desde lo más profundo, nunca me he planteado el problema comercial en relación al cine. Algunas películas de pronto han sido muy vistas, por ejemplo, “Actas de Marusia” llegó a un millón de personas en una semana en Ciudad de México y fue vista por cientos y miles en el mundo; “La viuda de Montiel” se estrenó simultáneamente en 8 salas, “El recurso del método”, que fue un enorme éxito en Europa.
“No lo he buscado, no me he propuesto jamás los cánones del producto comercial”.

-¿De quién te sientes heredero?
“Tengo toda la herencia de lo que es el neorealismo italiano –Visconti, De Sica, Antonioni-, estoy formado por ese cine, el de Fellini. Adoré “Los murmullos de la luna” y me costó mucho verla, porque había tan pocos espectadores que no querían pasarla”.

A pesar de que su cine no puede se catalogado de comercial, es uno de los realizadores latinoamericanos que cuenta con más presupuesto para sus películas; “Recurso del método” costó 26 millones de dólares; “Tierra del Fuego”, seis. Cifras desconocidas para los cineastas nacionales. “He pasado de la artesanía a la gran parafernalia industrial, he vuelto a la artesanía y así, porque son medios que ayudan, pero no que determinan”.

-¿Tu desarrollo hubiera sido el mismo si te hubieras quedado en Chile?
“Sí, supongo. Nunca consideré que para hablar del mundo fuera necesario irme de Chile, pero las circunstancias políticas se dieron de tal forma que tuve que salir.
“Claro, enfrentarme a circunstancias distintas, como en México, hizo que me sumara a un momento único y especial del cine de ese país. Tenían leyes e iniciativas que me fueron muy favorables, también mis coproducciones con España, Italia, Alemania y Francia, pero nunca me pregunté si hubiera hecho esas películas de haber estado en Chile.
“Tal vez estuve ahí justo en el momento en que había que plantear esos temas y había un oído receptivo a mi propuesta”.

-¿Qué significa Chile para ti?
“En realidad, Chile es un rincón que a uno lo acaricia y le da calor, en que la gente me conoce y me saluda en la calle, promete ir a ver mi última película; eso en otras partes del mundo no lo tienes.Significa la patria, en definitiva.
“Si vas a mi pueblo, Palmilla, todo el mundo sabe donde vivo. Esa familiaridad, que es la vida, es muy difícil tenerla en otro lugar que no sea donde se ha nacido. De allí que me sienta chileno universal y por eso regresé a Chile, después de 20 años de exilio”.

-¿A pesar de lo incipiente del cine chileno?
“Venirme era como iniciar de nuevo mi carrera cinematográfica, en un país donde esta industria no existe, pero mi decisión fue regresar y quedarme, porque la vida es más importante aun que el cine”.

-¿Tuvo costos?
“Mi regreso fue por mi propia voluntad, tanto que usé todos los recursos y posibilidades que tenía para volver clandestino en 1982, porque se negaban a que entrara legalmente al país”.

-¿Qué peligro representabas que sólo pudiste entrar en la última lista, la que se entregó antes del Plebiscito?
“Nunca supe por qué, pero hasta ahora hay gente que me persigue en forma inmisericorde; parece que soy muy peligroso. Evidentemente fui un adversario irreconciliable de la dictadura y además fui allendista desde muy joven; ésas pueden ser las razones”.

-¿Ese amor por Chile te llevó a ser alcalde de Palmilla?
“Si no hubiese sido cineasta, hubiera sido alcalde toda mi vida. Fue una experiencia maravillosa, porque la gente tenía y tiene la confianza total y absoluta conmigo, como para buscarme para ayudarla a solucionar sus problemas. Fueron muchas las cosas que se lograron, también gracias a convenios que hicimos con municipios del país y del exterior. La aldea que estaba entrampada en el subdesarrollo entró en el desarrollo del Chile contemporáneo”.

-¿Cumpliste el ciclo?
“Llegó el momento en que tuve que tomar en cuenta el tiempo y decidir. Para mí es imposible siquiera pensar la posibilidad de dejar el cine; entonces, cuando el martes viajaba a Europa, miércoles y jueves filmaba en París, el viernes estaba de vuelta en reunión de Concejo Municipal o en alguna inauguración y luego volver. Era de loco, pero además la gente necesita dedicación exclusiva y el cine, para mí, es mi pasión y mi vida”.

“Uno queda atrapado por el rigor de esas realidades”

“Uno no puede estar en la cama con la productora ejecutiva de su película”

José Valenzuela es detenido por carabineros.

El Chacal de Nahueltoro

Una y otra vez dejó caer su arma sobre su primera víctima. Estando en el suelo, completamente inmóvil, pero con los ojos aún girándole en las órbitas, recibió un guadañazo en el cuello. No conforme con ello, José Valenzuela alzó una piedra de aproximadamente 10 kilos de peso y la dejó caer con furia en el abdomen de Rosa Elena...

IMPACTANTE imagen (en la película) del fusilamiento de Jorge del Carmen Valenzuela Torres, representado por el actor NELSON VILLAGRA.
REVISTA PUNTO FINAL - Nelson Villagra se despide de su personaje.



EL CHACAL DE NAHUELTORO 1969

Ficha Técnica :
Título Original: El Chacal de Nahueltoro
Director : Miguel Littin
Actores : Nelson Villagra, Shenda Román, Héctor Noguera, Marcelo Romo
Región : Multizona
Duración : 90 min
Video : Fullscreen - Blanco y Negro
Audio : Español - Dolby Digital
Subtítulos: Inglés
Resumen : Este filme narra la historia de la infancia, el andar, el crimen, la prisión, la regeneración y la muerte de Jorge del Carmen Valenzuela Torres, alias el El Chacal de Nahueltoro. Es la dramática historia del horrendo crimen cometido por Jorge Valenzuela Torres, venido de un mundo campesino lleno de miseria, de alcohol y de esa subcultura popular que domina a grandes sectores de los países subdesarrollados. Sin embargo, este criminal es rehabilitado al interior de la cárcel y logra insertarse en el mundo social... pero llega la sentencia que hará cumplir su fusilamiento.

Crítica de Cine
"La última Luna"
POR ALVARO INOSTROZA BIDART.

Interesante cinta autobiográfica del realizador chileno Miguel Littin, que bucea en sus orígenes familiares, lo que lo llevó a filmar a Palestina, retratando de paso la compleja realidad de esa zona, de gran heterogeneidad religiosa, racial y cultural; lo que ha significado en diversos períodos de la historia una serie de conflictos bélicos y etapas de dominación, combinadas con épocas de frágil armonía, todo lo cual se trasunta en este filme.
Littin nos cuenta la historia de su padre y su tío, cuando ambos eran niños; y especialmente la de sus abuelos, Soliman (un excelente Ayman Abu Alzulof) y May (una acertada Tamara Acosta), palestinos católicos en una zona cercana a Jerusalén, en esa época dominada por los turcos, hasta que fueron expulsados por los árabes, con la ayuda de los ingleses, con los iniciales brotes de conflicto con los judíos, con los que convivían hasta ese entonces, con relativo respeto mutuo.
De hecho Soliman tenía un gran amigo judío, Jacob (un impecable Alejandro Goic), con el cual hizo negocios y a quien le vendió un terreno y le ayudó a construir su casa de piedra; amistad que por cierto le trajo inevitables problemas a los dos, debido a la intolerancia y fanatismo, que se comenzaba a manifestar por esos días en todos los grupos étnicos y religiosos.
"La Ultima Luna" (2004) es la más reciente película del también novelista Miguel Littin, de 62 años, que nación en Palmilla y que comenzó su carrera como director teatral; y que supo del éxito ya con su primer largometraje, "El Chacal de Nahueltoro" (1969), aplaudida cinta realista que contó con la espléndida actuación de Nelson Villagra. Luego vinieron "Compañero Presidente" (1971), "La Tierra Prometida" (1972), "Actas de Marusia" (1976), "El Recurso del Método" (1978), "La Viuda de Montiel" (1980), "Alsino y el Cóndor" (1982), "Acta General de Chile" (1986), "Sandino" (1989), "Los Náufragos" (1994), "Tierra del Fuego" (1999) y "El Abanderado" (2002), en una trayectoria marcada por el compromiso político y social, que ha dado sus mejores resultados, cuando ha evitado la demagogia y los excesos emocionales, cuando ha logrado un distanciamiento de los hechos mostrados y ha permitido que las imágenes y los acontecimientos hablen con su propia fuerza y convicción.
Esto se logra plenamente en "La Ultima Luna", en la que Littin nos muestra, con sensibilidad y acierto, no sólo los diferentes tipos culturales y religiosos que pueblan Palestina, sino también la grandiosidad y la fuerza del paisaje, semejante al del Norte Grande chileno. A los personajes ya reseñados, debemos agregar, entre los emblemáticos, al primo de Soliman, el árabe rico y patriarcal Gorbacha (un destacado Mahmoud Awad), el Aga turco (Ahmad Abu-Saloum), el cura griego ortodoxo Janos (Nicola Zreineh) y la judía Alinne (Francisca Merino), quizás el personaje menos creíble y lo más débil de la cinta, con un contradictorio rol, entre mágico y nacionalista.
En cuanto al paisaje, queda clara la importancia de las piedras y rocas, no sólo como elemento configurativo de la identidad del lugar, sino también en la construcción de sus viviendas, calles, ciudades, plazas y templos; de la escasa y valiosa agua; de los escasos animales domésticos, como cabras y vacas; y de los pocos árboles que dan sombra, en un lugar donde el sol es fuente de vida, pero también despiadado y temible elemento.
La otra dimensión que está muy bien desarrollada es la cultural, principalmente en lo que corresponde a la familia de Soliman y May. El casamiento entre parientes casi niños, como un modo de asegurar la raza y el patrimonio; el importante rol de la mujer en la familia ("el hombre decide y la mujer actúa" dice el narrador en un momento), la importancia de la música, de las fiestas y de los ritos, le dan a esta película una atractiva impronta documental, muy bien incorporada a la narración. El título de la cinta proviene precisamente de una fiesta que se realiza durante la luna llena, una rogativa por la vida, para que haya otra oportunidad de encuentro, para la familia, los amigos y la tribu.
En fin, una cinta que equilibra inteligentemente los aspectos sociológicos, con los históricos, con los familiares y con esa particular poética que tienen los pueblos milenarios, que viven profundamente los afectos, cerca de la tierra, del sol, de las piedras y las estrellas.

FUENTE: EL RANCAHUASO

Cine italiano premiará a Miguel Littin
categorias: Cultura - Local
El director chileno Miguel Littín recibirá el premio Salvador Allende, que le fue asignado en el 23er Festival de Cine Latinoamericano que se efectúa en Trieste, al norte de Italia.

Escrito por Eduardo Palacios


El director de cine, Miguel Littín, recibirá el premio Salvador Allende, que le fue asignado en el 23er Festival de Cine Latinoamericano que se efectúa en Trieste, al norte de Italia.

Este galardón se otorga a los artistas que se han empeñado en rescatar la memoria y la historia de los pueblos latinoamericanos. Littín, presidente del jurado del festival, recibirá el galardón durante la ceremonia de clausura.

Dos de sus películas fueron postuladas al Oscar a la mejor cinta de lengua extranjera: Actas de Marusia en 1976 y Alsino y el cóndor en 1983. Además ha sido premiado en los festivales de Cannes, Berlín, Venecia y muchos de Latinoamérica.
Littín señaló que "recibir el premio Salvador Allende es una de las grandes emociones de mi vida como cineasta y de ciudadano, como hombre empeñado con las causas populares de Chile y con los principios humanistas de América Latina y del mundo".

Entre sus películas también figuran El Chacal de Nahueltoro (1969) y La tierra prometida (1973).Tras el golpe de Estado de 1973 en su país, vivió en Cuba y México y regresó a Chile en 1995, donde filmó clandestinamente Acta General de Chile, documental sobre la realidad del país bajo el régimen de Augusto Pinochet.
2007-11-13

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El director chileno Miguel Littin cree que los nuevos cineastas latinoamericanos son menos ideólogos
Trieste (Italia), 10 nov (EFE).- El cineasta chileno Miguel Littin cree que la última generación de directores latinoamericanos "es más impresionista y menos ideológica", aunque continúa reflejando los problemas sin resolver del continente, como la pobreza y la opresión, según dijo en una entrevista con EFE.

Littin, de 55 años, se encuentra estos días en la norteña ciudad italiana de Trieste, donde ha recibido el premio Salvador Allende del Festival de Cine Latino Americano, que hoy cierra sus puertas.

Preguntado por su experiencia en el festival, del que también es presidente del jurado, dijo que ha sido muy interesante porque le ha permitido conocer "los nuevos autores y cómo narran y cuentan los aspectos de la vida cotidiana".

Littin, que tuvo que exiliarse en México cuando triunfó en Chile el golpe de Estado de Augusto Pinochet, observa una diferencia entre los directores de su generación y los de ahora: "Su punto de vista es mucho más impresionista que ideológico".

El autor de "Tierra Prometida", rodada en 1972, opina que "detrás de toda esa impresión hay un reflejo de la desarticulación del ser humano en la época de la globalización".

Se trata, en definitiva, del reflejo de "sociedades que están a caballo y aún no han resuelto el problema de la sociedad agraria pastoril con la sociedad industrial".

Pero para Littin, que ha recorrido toda América Latina dando clases en talleres de cine, esa desarticulación provocada por la globalización no ha roto la estructura de la común identidad latinoamericana.

"La globalización no quiere decir universalidad; la primera es un concepto económico, la segunda un concepto humano y existencial", apreció el cineasta chileno, aún en activo, porque "el cine es lo que más me gusta en la vida".

"Hay señas en los filmes del festival de una identidad común. Los personajes están dominados por el poder. El poder siempre está presente. Hay una lucha de los oprimidos contra los opresores y eso está en todos los filmes", comenta.

A su juicio, "los nuevos directores latinoamericanos tienen una necesidad de rebeldía casi inconsciente contra el poder opresor".

Es una identidad no resuelta, asunto que diferencia "el cine de la región del asiático, más centrado éste en las relaciones con la naturaleza, mientras el estadounidense busca más la excelencia en la producción", comentó Littin sin citar el cine europeo, continente del que aseguró hoy "no tiene opinión en el mundo".

Littin, que en estos momentos rueda un documental sobre "Isla Dowson 10", un campo de concentración de la dictadura pinochetista, rechaza que el cine latinoamericano esté anclado en el pasado, como sostienen ciertos críticos.

"¿Cuál sería el futuro?", se preguntó un Littin molesto por esa apreciación: "lo único diferente en el cine latinoamericano
(...) es la realidad de América Latina, que todavía vive un proceso del medievo porque no ha logrado desarrollarse ni industrial ni tecnológicamente".

Siguió con su defensa del cine latinoamericano cuando dijo: ¿Qué esperan? ¿Qué el cine vaya por delante del desarrollo mismo de la sociedad?".

Para Littin, "el principio fundamental del neorrealismo está vigente: el cine es un espejo de la realidad y no es más que la realidad".

"El ciudadano común, el de la calle, sigue teniendo angustias y necesidades que no son diferentes a las de hace treinta, cuarenta o cincuenta años", resaltó.

© EFE 2007 7-11-10

La última luna
Convertirse en forastero
10 de abril de 2005
Christian Ramírez
Artes y Letras, El Mercurio

Dirección: Miguel Littin
Guión: Miguel Littin

Elenco: Ayman Abu Alzuloff, Tamara Acosta, Alejandro Goic, Francisca Merino

Aparte de contribuir al rescate de queridas memorias familiares, los aciertos y desaciertos de la nueva película de Miguel Littin, podrían desempeñar una función extra: devolverlo de una vez por todas a un papel activo dentro de la cinematografía nacional.

Dependiendo de las circunstancias, hay dos tipos de narradores: los que quieren (y pueden) retornar a casa y los que no desean mirar atrás, hacia el origen. El cuasi centenario realizador portugués Manoel de Oliveira ilustra muy bien esa dicotomía en Viaje al principio del mundo (1997), donde vestía a Marcello Mastroianni con sus propias ropas y lo llevaba durante una tarde a un viaje por los caminos de su infancia: los paisajes lo hacían retroceder casi hasta el principio, pero la camioneta que lo llevaba iba siempre hacia delante, en fuga, devorándose la carretera, en ruta hacia el pasado y –al mismo tiempo- dejándolo atrás.

De modo que los recuerdos se pueden conjurar, pero sólo hasta un cierto límite: a partir de ahí, la historia en cuestión debe desenvolverse con los valores del presente. Tal vez sea por eso que Elia Kazan esperó hasta bien entrada la madurez para atreverse con insuperable América América (1963), la historia de la migración de su tío griego hasta Nueva York, y que Martín Scorsese aún esté esperando el momento adecuado para embarcarse en la filmación de The neighborhood, un guión de 1997 sobre tres generaciones dentro de su familia (desde la vida en Sicilia hasta el traslado a Nueva York). Hacer memoria, entonces, es cosa seria; básicamente porque se juega con una posesión de la que la gente no tiende a deshacerse: los recuerdos. Los propios y los heredados.

EL CHILE MISTIFICADO

Esa parece ser la intención inicial de La última luna, filme en el que Miguel Littin escenifica las memorias infantiles de Mihail, su abuelo materno, nacido en Palestina, casado en la infancia y despachado en barco hacia Quillota a fines de la Primera Guerra Mundial.

Conociendo el pasado del cineasta (Sandino, Tierra del fuego), el proyecto tenía escrito la palabra “épico”en letras de molde y -quién sabe– puede que en el papel lo haya sido, pero en la versión que se exhibe en salas fue filmada con presupuesto ínfimo para los antiguos estándares del director, en medio de los territorios ocupados, con minoría de actores chilenos y hablada en árabe.

Valga la advertencia, para que nadie se siente confundido una vez que haya empezado la proyección: se trata de un filme nacional, hablado en árabe y con subtítulos en español. Y no podría haber sido de otra forma. La sola idea de pensar en los antepasados de Littin pululando en los alrededores de una Belén dominada por los turcos y hablando en español es casi tan ridícula como esos viejos filmes de guerra donde los nazis hablaban un inglés repleto de erres.

De algún modo toda esa austeridad y la barrera idiomática obran le hacen un favor a la película, quitan a la audiencia unas cuantas preconcepciones acerca de la temática y su director, y le obligan a concentrarse en el corazón de la anécdota: agobiado por las deudas, Solimán (padre de Mihail) decide vender la parte más seca de sus tierras a Jacob, un judío que ha vivido buen tiempo en diversos países de Latinoamérica. Más todavía: contra la opinión de sus vecinos y parientes, llega a un acuerdo para ayudar a este extranjero a construir una casa y luego la afrenta se vuelve mayor cuando queda claro que ambos se están haciendo amigos.

No podrían haber tenido peor timing: el dominio de los turcos está en pleno retroceso, los ingleses no tardarán en aparecer y los asentamientos hebreos en aumentar. Solimán podrá sentirse en su hogar, pero por algo está enviando a su hijo a ese lugar llamado “América-Chile; América-Quillota”. Al otro lado del mundo, literalmente.

Ahí, en la transformación brusca de un forastero en dueño y viceversa (un tema que también hacía su aparición en medio de la desmesura y delirio de la infausta Tierra del fuego), es donde el director y su equipo gastan la mayor parte de su energía: consiguen que el relato discurra de la forma más sencilla posible, convierten a las nebulosas y mistificadoras referencias a Chile en evocaciones que parecen sacadas de un cuento árabe y logran que la comunicación entre los dos protagonistas –el palestino Ayman Abu Alzulof (Solimán) y el chileno Alejandro Goic (Jacob)- fluya en forma natural.

No puede decirse lo mismo del telón de fondo -los inicios del conflicto árabe israelí, las evidentemente complejas relaciones familiares al interior del clan de Solimán o el veloz y descuidado paso de la narrativa por los kibbutz hebreos-: como si los realizadores sólo se hubieran molestado en bosquejarlos con rapidez para poder concentrarse de una vez en el creciente dilema entre los protagonistas y que inevitablemente acabará por ponerlos en bandos contrarios.

Es interesante que Littin haya tenido que alejarse tantos kilómetros para sacudirse los vestigios de proyectos fallidos, viejas polémicas, la perenne sombra de su debut (El chacal de Nahueltoro) y por sobre todo hacer suyo de una vez un tema que se ha vuelto central en el cine chileno de los últimos años: el descubrimiento de la identidad a partir de la traición y la confrontación. Pero ese proceso -que una cinta como La fiebre del loco articula con precisión- en La última luna se siente incompleto y aún en tránsito, ante todo por que su narración está conducida por la voz y las memorias de Mihail, testigo parcial y muy lateral de la mayoría de los hechos. Es como si la clave para descifrar la película radicara en lo que ésta no cuenta: su propia mirada acerca de la tragedia de su padre, no una reconstrucción prefabricada de esa misma historia.

En alguna parte, Littin ha mencionado su deseo de continuar la historia de su abuelo y su vida en Chile. Si consigue salirse con la suya, una ventaja obvia es que manejará recuerdos de primera mano. La desventaja es que serán más recientes y -por lo tanto- convulsos, urgentes, desgarrados.

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Cine chileno en el exilio (1973-1983)

Presentación

Me fascina la fidelidad del cineasta chileno con la historia de nuestro pueblo,y el entusiasmo y la convicción con que ha alertadoe informado a pueblos lejanos de nuestros problemas y nuestro modo de ser
Antonio Skármeta
El cine no era una actividad cualquiera. El mismo 11 de septiembre de 1973 tropas militares llegaron a los estudios de Chile Films y quemaron miles de metros de película. De las disciplinas artísticas, quizás el cine fue el más perjudicado a partir del
golpe de Estado. Al allanamiento de Chile Films se sumó el cierre de los departamentos y escuelas de cine universitarios. Ocurría que gran parte del gremio cinematográfico era partidario del gobierno de la Unidad Popular, llegando a firmar un “Manifiesto de los cineastas de la Unidad Popular”. Así, de manera forzada o voluntaria, se produjo el exilio de cineastas y actores, que vino a engrosar las filas del exilio chileno. Se radicaron en Francia, Alemania Occidental, Suecia, Finlandia, Canadá, Alemania Oriental, Unión Soviética o Cuba, donde recibieron el apoyo de diversos organismos públicos y privados, interesados por la excepcional situación de chile. Estimulados por contarle al mundo lo que había sucedido en Chile, los cineastas en el exilio desarrollaron una obra monumental en términos cuantitativos. Nunca antes se había hecho tanto cine chileno. De hecho, la filmografía en el exilio constituye todo un récord: entre 1973 y 1983 se realizaron 178 obras, cifra muy superior a cualquier decenio anterior. La gran mayoría fueron obras de denuncia al régimen militar, que abordan el sufrimiento del pueblo chileno, la prisión, la tortura y la vida en el exilio. Algunos títulos son elocuentes, como Hitler-Pinochet o Pinochet: fascista, asesino, traidor, agente del imperialismo. La mayoría de estas películas no tuvo mucha repercusión y actualmente es muy difícil encontrarlas. Sin embargo, algunas tuvieron gran éxito de público, como Llueve sobre Santiago de Helvio Soto, Actas de Marusia de Miguel Littin, La noche sobre Chile de Sebastián Alarcón o Ardiente paciencia de Antonio Skármeta. Hacer cine era una manera de comprender, sistematizar y purgar lo que los realizadores exiliados estaban viviendo. Para el público europeo de esos años, las películas chilenas debían ser comprometidas y de denuncia. Pero ya a fines de la década de 1970, la temática del cine en el exilio comenzó a diversificarse: la revolución sandinista, inmigración laboral, documentales antropológicos, etc. Ya hacia 1983 el ciclo del “cine de exilio” se estaba agotando. Habían pasado 10 años, en Chile se estaban relajando los controles del régimen, retornaron muchos exiliados y resurgió la prensa disidente. Se abría una nueva etapa en Chile, aquella de las protestas y la lucha abierta contra la dictadura. La generación de cineastas marcada por el golpe y el exilio encontraba así una nueva fuerza temática: las protestas, la lucha opositora y el nuevo Chile que iba a nacer.


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sábado, 8 de diciembre de 2007

Mauricio Wacquez: un escritor imperdible

















Este escritor nacido en Cunaco, Chile (1939-2000), hijo de padre francés (enólogo) y madre chilena, Rosenda Arellano y de larga residencia en Europa es poco estudiado y conocido, aunque Editorial Sudamericana en los últimos cinco años ha publicado nuevamente algunos de sus libros: la novela Epifanía de una sombra (2000), la también novela Frente a un hombre armado (1981, 2003), el libro de cuentos Excesos (1971, 2004). (Me falta otro libro de ensayos y artículos).He tenido la suerte de leer las tres obras mencionadas y en ellas se puede apreciar la maestría de su prosa, estilo y el manejo de estrategias narrativas dignas de estudio y goce estético.Espero seguir leyendo y estudiando sus obras.Entrego un artículo obtenido del Proyecto Patrimonio, que a su vez, está tomado de una columna del diario La Tercera del año 2000.























Mauricio Wacquez, la muerte de un escritor olvidado








Autor de Excesos y Paréntesis, el narrador chileno iba a presentar su última novela en Chile a fines de octubre Fue una figura literaria crítica, genial y desconocida, que dejó como legado importantes novelas, donde el amor, el poder y el dolor conforman la sustancia básica. Su muerte se adelantó al que sería su regreso definitivo al país.
por Claudio Aguilera
..........."Siendo muy chileno, en Chile me siento tan extranjero como en Cuba", confesó Mauricio Wacquez. José Donoso fue el padrino literario de Wacquez. Realizó el prólogo de su novela Paréntesis (1975) y lo calificó de "un talento excepcional".
Su relación con Chile.
.........A pesar del tiempo que estuvo fuera de Chile, el escritor Mauricio Wacquez más de alguna vez quiso regresar. "Me encantaría tomar mis bártulos y volver. O hacer medios pollos aquí y allá. Me he reenamorado de este país y de una manera loca", confesó en una de sus meteóricas visitas a principios de los 90'. Para algunos cercanos, el escritor tenía entre sus planes inmediatos instalarse definitivamente en Chile.
.......... La idea era que en su próxima estada, que estaba programada para fines de octubre e incluía la presentación de su última novela en la Feria Internacional de Libro, debía marcar su regreso definitivo. En la ocasión, lanzaría al mercado Epifanía de la Sombra editado por Sudamericana. La novela, extensa y de carácter autobiográfico, es parte de una trilogía titulada La Oscuridad. Wacquez había estado trabajando durante más de diez años en esta obra, por lo que era una de sus proyectos más queridos y, según su propia descripción, la más chilena de sus novelas.
............. El escritor chileno Mauricio Wacquez siempre fue consciente de que su literatura no había sido creada para el gran público. "Soy un escritor de minorías y nunca he aspirado a ser otro tipo de escritor. Reconozco que mi literatura es absolutamente minoritaria. Que le gusta a ciertos amigos y sigo diciendo que escribo para mis amigos", dijo en más de una ocasión.
............A pesar de haber sido traducido a varios idiomas, tener el favor de la crítica y haber ganado algunos importantes premios en Chile y en Europa, sentía que la mayor meta de un narrador era lograr que cada "libro sea parte de un mismo libro", sin que el éxito editorial fuera una prioridad. Entonces, no es raro que su figura sea desconocida para la gran mayoría de los chilenos y que su prosa arriesgada y cautivante no forme parte del colectivo literario nacional. Ni siquiera debe extrañar que su muerte, acontecida el 14 de septiembre recién pasado en España, no haya sido informada por los noticiarios.Autor de las novelas Toda la Luz del Mediodía (1965), Paréntesis (1975), Frente a un Hombre Armado (1981) y Ella o el Sueño de Nadie (1983), y los libros de cuentos Cinco y una Ficciones (1965) y Excesos (1971), Wacquez perteneció a la generación de escritores que en la década del '60 José Donoso dio a conocer como novísimos. Entre ellos, estaban también Antonio Avaria, Cristián Hunneus, Juan Agustín Palazuelos, Poli Délano y Antonio Skarmeta. "Nosotros vivimos y nos formamos en la libertad y la democracia, éramos puro rencor y esperanza", recordó muchos años después.
...........Para el crítico literario Fernando Blanco, la importancia del escritor está en su visión descarnada del poder, la sexualidad y las relaciones familiares. "A igual que Donoso, proviene de tradiciones latifundistas, pero mientras el autor de Casa de Campo recrea la caída de la aristocracia desde la gran historia, Wacquez lo hace desde la intimidad. Fue una voz importante de nuestra literatura que proyectó una narrativa incómoda para la oficialidad, pero que también se sintió incómoda en Chile".
EL AUTOEXILIO.
..........Mauricio Wacquez nació el 27 de noviembre de 1939, en Cunaco, un pueblo de la provincia de Colchagua. Hijo de un francés y una chilena, estudió y enseñó filosofía en la Universidad de Chile, en la Sorbona y en la Universidad de la Habana. A los 24 años publicó Cinco y una Ficción, un conjunto de narraciones que mereció múltiples elogios. "Todos los cuentos - dijo José Donoso - son parte de un mismo tempranamente y señalan un talento excepcional", refiriéndose a ese escrito. Con tan buen padrino la carrera literaria parecía tener un promisorio futuro. Pero el escritor decidió partir a Europa, desde donde jamás volvió, salvo algunas cortas visitas. "Siendo muy chileno, en Chile me siento tan extranjero y tan amante de Chile como me siento en Cuba, en Francia o España. Tengo tres pasaportes, legales, no de espías: francés, español y chileno. Además, ser chileno para mí es haber pasado la infancia en Colchagua y cuando salí de ahí a los doce años, empezó mi exilio", rememoró. Instalado en España, trabajó en varias editoriales, realizó múltiples conferencias sobre literatura latinoamericana y chilena, fue un activo miembro del mundo literario ibérico y un cotizado traductor de Jean Cocteau y Gustave Flaubert. En Europa, se relacionó con escritores como Alfredo Bryce Echenique, Mario Muchnik y Natacha Seseña. En 1975, publicó su segunda novela, Paréntesis, finalista del Premio Barral del año anterior y editada con un prólogo de Donoso. Pero no sería hasta 1981 cuando su nombre se consagró definitivamente. Su novela Frente a un Hombre Armado cautivó a los críticos por la intensidad de sus escenas y la atormentada pasión con que daba cuenta de los amores prohibidos, de los abusos del poder y la criminalidad. Mauricio Wacquez nunca se sintió un escritor chileno y siempre supo que sus libros no le darían la fama, pero tenía la esperanza secreta de que algún día su obra sería recuperada. Tal vez su deceso sea la oportunidad precisa. "Yo tiendo más hacia una lengua franca y me importa el respeto de unas pocas personas a las que yo también respeto. No tengo la sensación del fracaso. La obsesión por ganar premios no me asiste y creo que va a ser la gente joven tal vez la que haga un rescate de mi obra. Si quiere, claro", explicó en una de sus últimas visitas a Chile, donde pensaba radicarse definitivamente en los próximos meses. La muerte abortó esa idea.publicado en diario La Tercera 19 de septiembre del 2000.







Publicado por Roke Rojas













Por lo Gestero y Maromero

por Arturo Fontaine Talavera







Mauricio Wacquez se fue de Chile en 1972 y sólo regresó ocasionalmente. La semana pasada, sus restos fueron sepultados en Calaicete, una localidad cerca de Barcelona, donde vivió los últimos 25 años de su vida. Su novela, póstuma, aparecerá próximamente.

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En abril ya no era el mismo. No sólo se le notaba debilitado y sumamente frágil al caminar, sino que estaba como carcomido por dentro. Las palabras, que antes se le escapaban vivas como animales vivos, ahora se apiñaban con cierta confusión.

No era cuestión de la mente, me explicó riendo y exagerando como de costumbre los gestos, sino de vo-ca-li-za-ción. Le comenté que mientras gesticulara así seguiría siendo el Mauricio Wacquez de siempre. Me contó que una tía de niño había pronosticado que sería actor "por lo gestero y maromero". Estábamos en un seminario en la Universidad de Alcalá de Henares y dejó a todo el mundo deslumbrado por su inteligencia, su impresionante cultura estética y literaria, su humor. Mauricio Wacquez tenía una mente ágil, sutil e inesperada. Conversaba como quien juega. Creaba situaciones de la nada y en un instante ya no había más que alusiones y carcajadas. Su esgrima verbal era incomparable. No sólo por la generosidad e inteligencia de su humor, sino por su sentido de la oportunidad. Lo suyo no eran tanto los cuentos y las anécdotas sino las mímicas y acotaciones y ocurrencias rápidas, iluminadoras y graciosísimas. Oscar Wilde ha de haber sido ese tipo de persona.

..... Era un escritor de veras que escribió novelas de veras en una prosa que pocos logran. Pienso en "Paréntesis" (Seix-Barral, 1975), en "Frente a un hombre armado" (Bruguera, 1981). De lo publicado hasta hoy lo mejor creo, es la primera de estas dos, "Paréntesis", una novela corta en la que un solo chorro narrativo, la misma respiración sin pausa va tomando la forma de Isabelle, Roger, Renata y Bruno, a los que une un cuadrilátero de amor.

"... cosas que tú confundías con el mejor amor, lo curiosos era que el amor existía, es decir, la sensación, mis lagrimas y mi dicha no eran falsas, lo único fue que no te pertenecían, al decirte ti las palabras destinadas a él realizaba un cambio de sujetos, pero, ¿qué son los sujetos cuando se habla de la verdad del corazón?, al fin de cuentas, ¿quién es Roger?..." "...Bruno había huido rápidamente, había desaparecido en mitad de la mañana para que así Renata, inclinada en su mesita de toilette, conociera lo que era no estar con él, ese día, ese domingo, quedaron en encontrarse abajo, en el estanco cerca del parque, el mismo camino, la misma pendiente de la calle y otra yo, el parque comenzaba a unos pasos, pero ya no era e parque de ayer ni aquellas preguntas, ¿usted ha amado alguna vez?, tenían el mismo sentido, podía repasar uno a uno los gestos diferentes, tratar de distinguir entre los dos momentos, ayer y hoy..."

... Las de Wacquez son historias intrigantes duras, turbias, inteligentes, subterráneas. Pero cualquiera que lo conocía esperaba de él todavía más.

... En una época en que hay tanta literatura "gay" que triunfa aquí y allá, ¿por qué la de Mauricio no ha prendido de la misma manera? En parte porque en lugar de sugerir que todo el dolor proviene de la represión y que el paraíso terrenal se llama "salir del closet", se atrevió a mostrar el sufrimiento interior y también el abuso y formas de sojuzgar en la intimidad de la exploración homosexual. Mantuvo en la vida real por muchos años una relación abierta, verdadera y estable con Francesc. Pero en el mundo de las novelas de Wacquez no hay consuelos ni soluciones fáciles. La buena literatura arranca de zonas oscuras e impredecibles del alma y rompe el hechizo de la literatura de evasión.

... Vivió en la estrechez económica en Calaceite haciendo traducciones del francés. (Hay una excelente traducción suya de Salambó, de Flaubert que publicó Montesinos.) Era un hombre refinado y aficionado a la buena vida. Odiaba la pobreza a la que, sin embargo, se obligó para escribir con tiempo y libertad. Esperaba -y Mauricio vivió esperando- heredar algún día algo desde Chile, lo que le arreglaría su situación. La herencia se demoró y se demoró. En Alcalá de Henares me contó que ya no llegaría jamás. Algo fatal había sucedido prohibiendo ese sueño para siempre.

... Tuvo incontables amigas y amigos. José Donoso, Jorge Edwards, Mario Vargas Llosa, Alfredo Bryce Echeñique, entre tantos otros. Uno de sus mejores amigos, el célebre arquitecto Ricardo Bofill, le prestaba -según me contó Alfredo Bryce Echeñique- una espléndida casa puesta con servidumbre y despensas repletas. Por un mes, cada año, podía entonces vivir a sus anchas, tal como a él le gustaba, sin privarse de nada. Uno de sus panoramas preferidos, me comentó una vez Mauricio, era salir con Bofill en su auto deportivo último modelo a correr, a sentir la velocidad por las autopistas de Cataluña.

... Al oír a Bryce Echeñique uno siente que está leyendo el anticipo de su próxima novela. Wacquez representa justo lo contrario. Hay muy buenos escritores así. Sus obras parecen escritas por otra persona. Sin embargo, de alguna manera a Mauricio las cosas no se le dieron. Su obra no estuvo a la altura de su extraordinaria personalidad. Quizás lo que sus novelas no tienen, pese a sus méritos, es esa gracia que él derrochaba como persona. Desde luego, el escritor no estaba forzado a ello. Pero eso es lo que uno echa de menos. ¿Lo habrá conseguido en su última novela, por publicarse?... Ojalá este libro me desmienta por completo.

... Lo esperaba todo de esta novela río de tres tomos enormes que preparaba desde hacía mucho tiempo, y de alguna manera desde siempre. (Hasta los 20, hasta los 40 y hasta los 60). Juan Cruz le propuso que la llamara La vida en primera persona. No le hizo caso, por supuesto. Me contó que después del ataque anterior no podía leer. Veía las líneas de palabras en la página, se daba cuenta que eran palabras y frases, pero no era capaz de penetrar su sentido. Eran sólo señales gráficas, como las de un alfabeto desconocido. Pero no había olvidado que esos dibujitos eran palabras y de su propio idioma. Por eso ahora, después de la resurrección del lenguaje, revisaba la escritura a sabiendas de que corría contra el reloj.

... Me llamó por teléfono desde Calaceite para contarme que, finalmente, el primer tomo estaba terminado hasta sus más mínimos detalles, que aparecería por Sudamericana en octubre. Del segundo había una primera versión y del tercero tenía trozos, algo así como un tercio, me dijo. Contaba los días para venir a Santiago y a Buenos Aires a presentarla, a presentarse. Estaba absolutamente dichoso y esperanzado como un niño en la noche antes de los regalos de Navidad.

... Mauricio Wacquez murió el 14 d septiembre. Tenía 61 años. Su novela "Epifanía de una sombra" aparecerá en octubre próximo.

Arturo Fontaine Talavera es Escritor. "Cuando éramos inmortales" (Alfaguara)
es su última novela.

... Mauricio Wacquez (1939-2000) nació en Colchagua. Se licenció en filosofía en la Universidad de Chile. Prosiguió sus estudios en la Universidad de La Sorbonne, donde se graduó con una tesis sobre San Anselmo.

... Enseñó en la Universidad de Chile, La Sorbonne y en la Universidad de La Habana. Desde 1972 hasta su muerte, vivió en Cataluña, España.

... Publicó una colección de cuentos, "Cinco y Una Ficciones" (1963); y las novelas "Toda la Luz del Mediodía" (1965); "Paréntesis" (1975), "Frente a un Hombre Armado" (1981) y "Ella o el sueño de nadie" (1982). Próximamente Editorial Sudamericana publicará su novela póstuma "Epifanía de una sombra".

Publicado en El Mercurio, 24 septiembre de 2000



















MAURICIO WACQUEZ

La ironía de un chileno refinado

MARCOS-RICARDO BARNATAN






Ha muerto Mauricio Wacquez. Muchos más de los que sabemos quién fue deberían saberlo. Excelente narrador, traductor de calidad, era un hombre de inteligencia brillante e irónica elocuencia, un intelectual de refinada cultura con una curiosidad muy amplia. Había nacido en Cunaco, provincia de Colchagua (Chile) en 1939, pero vivía en España desde hace casi 30 años, donde ejerció de embajador de lujo de la literatura chilena y participó activamente en el mundo literario y editorial de Barcelona.Los que fuimos sus amigos -entre ellos Jorge Edwards, Alfredo Bryce Echenique, Mario Muchnik o Natacha Seseña- perdemos también a una personalidad única y a un enorme escritor. Se había licenciado en Filosofía en la Universidad de Chile y en la Sorbona se doctoró con una tesis sobre el lenguaje de San Anselmo. Fue profesor en la Universidad de Chile (1963-1967), en la Sorbona (1967-1969), en la Universidad de La Habana (1970) y nuevamente en Chile hasta 1972, fecha en la que se trasladó a España, donde ha vivido hasta su muerte. Residió durante muchos años en Barcelona y más tarde decidió retirarse a su casa de Calaceite, en Teruel, donde también vivió largas temporadas su gran amigo, el novelista chileno José Donoso.Era autor de numerosos estudios de investigación literaria y humanística, y su obra de creación se inició en Santiago de Chile en 1963 con la publicación de Cinco y una ficciones, seguido de la novela Toda la luz del mediodía (1965). En 1975 Carlos Barral le publicó su segunda novela, Paréntesis, con un prólogo de Donoso. La novela había sido finalista del Premio Barral del año anterior.Más tarde, reunió sus cuentos en un volumen titulado Excesos, que publicó Planeta. Entonces Alberto Cousté, otro latinoamericano radicado en Cataluña, describió sus narraciones como «las aventuras del lenguaje más escuetas, más despojadas, menos excesivas de la actual narrativa latinoamericana».La dureza desbordada, la atormentada pasión y la gran violencia sexual de Frente a un hombre armado (Bruguera, 1981) -sin duda su mejor libro publicado-, quizá no haya sido superada aún por quienes han escrito después novelas sobre la homosexualidad. Frente a un hombre armado fue traducida al francés y hoy es, desafortunadamente, casi inencontrable en castellano.Uno de sus últimos libros publicados en España fue la novela erótica Ella o el sueño de nadie (Tusquets, 1987). Su novela póstuma, Epifanía de la sombra, una obra muy extensa y de carácter autobiográfico, proyectada como el primer volumen de una Trilogía de la oscuridad, iba a ser publicada en Latinoamérica por Plaza & Janés. Los amigos más próximos que han tenido acceso al manuscrito del primer tomo creen que se trata de su obra mayor y de una de las novelas más importantes de la literatura latinoamericana.
Viernes, 15 de septiembre de 2000


























Mauricio en el colegio ISF.

















































































































































































Mauricio Wacquez y Julio Cortazar en un lugar de Provenza 1968













Luis Sánchez Latorre, Antonio Skármeta y Mauricio Wacquez 1971.







Con José Donoso en Calaceite, ciudad en la que ambos vivieron.







Gran diletante y maravillosamente amateur







REVISTA QUÉ PASA
Por: Alfredo Bryce Echenique

A cinco años de su muerte, la figura de Mauricio Wacquez se alza como una sombra sobre la literatura chilena. Aunque perteneció a la generación de los "Novísimos", junto a Antonio Skármeta y Poli Délano, Wacquez fue un hombre aparte, que se autoexilió en Europa a los 33 años y desarrolló un proyecto literario único en las letras nacionales. A continuación, el prólogo que el escritor peruano Alfredo Bryce Echenique le hizo al libro "Hallazgos y desarraigos" (Ediciones Universidad Diego Portales), que reúne por primera vez los ensayos literarios, filosóficos y políticos de Wacquez. Textos que, en su conjunto, muestran a un intelectual de peso y lúcido en las más diversas materias: desde Borges, Marguerite Yourcenar y José Donoso hasta San Anselmo, la izquierda europea y los videos caseros. Wacquez murió de Sida a los 61 años en Calaceite, España, donde pasó los últimos 25 años de su vida.

A veces tenía que concentrarme un poco para recordar que se apellidaba Wacquez. Porque Mauricio, Mauricio Wacquez, pertenecía a esa categoría de personas cuyo nombre de pila funciona como un santo y seña, como una consigna, y como una enseña. Mauricio era la pronunciación de su nombre, en un primer instante, pero inmediatamente después era la dicha de su presencia, y ésta era al mismo tiempo toda una puesta en guardia. Estábamos frente a un hombre absolutamente singular, frente a todo un programa de vida, y diré, asimismo, citando el título de una de sus más importante novelas, que estábamos también Frente a un hombre armado, armado por una sólida formación literaria pero también filosófica, por una cultura muy singularmente personalizada, por una experiencia vital inmensa, variada y cambiante, y que escribía con toda la soltura y confianza que le significaba tener plena conciencia de que, digamos, García Márquez sería totalmente incapaz de escribir una frase de Mauricio Wacquez, por la misma razón que tampoco él jamás lograría escribir una frase como la del autor de Cien años de soledad.

Pero no es de su obra literaria que deseo escribir ahora, porque ella ya forma parte muy importante de este libro, y yo quisiera privilegiar en este breve prólogo informal la increíble luminosidad de una vida a menudo invadida por las sombras, la chillona alegría de un hombre que vivió siempre bordeando la tragedia. No exagero nada cuando en el recuerdo visual de una de sus visitas a mi departamento madrileño, a mediados de los años noventa, vuelvo a detectar en cada expresión de su rostro un movimiento pendular: una palabra y un solo gesto de Mauricio contenían un sentimiento o un pensamiento, una impresión o una exaltación, y su estricta contrapartida. ¿Puedo decir que si afirmaba que era un día precioso afirmaba a la vez que era un día horrible? ¿Que si era feliz era también tremendamente infeliz?

Por otro lado, los seres totalmente excesivos, como lo fue Mauricio, resultan siempre molestos, como nunca lo fue Mauricio, muy probablemente porque también a este nivel lo uno y su opuesto estaban indisolublemente ligados y a ello hay que añadir además su insólita elegancia aun en los momentos más inútiles. Su caminar por la sombra duplicaba su caminar por la luz e incluso puedo asegurar que, contra todos sus propios pronósticos, a menudo permanecía más tiempo en la sombra que en el cuerpo que la produce. Para mí, Mauricio fue un gran pesimista que muy sinceramente deseaba que todo saliera bien, incluso perfecto. "¿Pero qué le vamos a hacer", diría él mismo, añadiendo inmediatamente después y dentro del mismo gesto: "¿Qué le vamos a hacer, si la noche empieza al mediodía". Y añadiendo, ipso facto: "¡Y no hay nada que hacer, m'hijito!", como quien da una orden. Entonces uno se echaba atrás por completo, lo volvía a mirar, con profundo cariño, y comprendía que, en efecto, poco o nada había que hacer con Mauricio, tampoco. Sus visitas eran como la caída de un aerolito. No eran unas superiores o más entrañables o interesantes que las anteriores. Eran, sencillamente, como un aerolito. El paisaje ya nunca volvería a ser igual, cuando Mauricio se fuera.

Mauricio era conflictivo y tuvo enemigos, pero nunca los vio, nunca se detuvo a contemplar la vida por ese lado. O, en todo caso, nunca le impuso sus rivalidades o enemistades a otras personas. Aceptaba lo que le daba la vida y aceptaba también lo que la vida le quitaba, sea al nivel laboral, al nivel social, político, cultural. Eso me encantó de nuestra muy alegre amistad: la total ausencia de conflictividad que parodiamos maravillosamente durante los cuatro años que vivimos en Barcelona. Para la gente, no hubo más grande combate amistoso y social que el nuestro, entre 1985 y 1989. Él tenía un pequeño ático, yo otro, y como en ellos no cabían muchos invitados y tampoco nos permitían nuestras economías organizar tanto guateque, los dos esperábamos la llegada del sol en el mes de junio para aprovechar nuestras amplias terrazas y corresponder las invitaciones del año. Las rivalidades y pleitos que significaron estas fiestas estacionales, las discusiones a voz en cuello, realmente trascendieron e incluso hubo gente que llegó a tomárselas en serio. Nunca imaginaron que Mauricio y yo llegamos a disfrutar como niños organizando incluso nuestros pleitos, imaginando juntos un mínimo de guión para los mismos, e increpándonos delante de todo el mundo, como la noche aquella en que el ilustre banquero José Vilarasau, gran hacedor de la célebre Caixa de Cataluña, abandonó apresuradamente mi ático, me imagino que temiendo lo peor. La carcajada de Mauricio fue suficiente para espantar a todos los patos de una laguna. La estoy viendo y oyendo y, una vez más, veo con nitidez en ese rostro algo muy similar a la máscara de la comedia queriéndose entremezclar con la máscara de la tragedia.

Es muy curioso que esta imagen pendular se repita tantas veces en esta solitaria evocación de la vida de un amigo que, sin embargo, en público he recordado siempre sonriente y alegremente. La brillante, hilarante, desconcertante conferencia sobre literatura chilena que dictó una mañana en Palma de Mallorca, invitado a los Cursos de verano de la Universidad de las Islas Baleares, en agosto de 1997, fue un prodigio de amor por su país al que se mezclaba una y otra vez toda la más irreverente gracia y toda la arbitrariedad del mundo. Borges dijo que, de todos los géneros literarios, la conferencia es el único imperdonable, pero Mauricio lo contradijo siempre con su desbordante imaginación y su recreación totalmente literaria de los temas que trató ante un público siempre desconcertado, al comienzo, y totalmente entregado, en seguida. Por eso me resulta tan triste evocar ahora la que sería, para mí, su última intervención en público, en la Casa de América, de Madrid.

Para nadie era entonces un secreto que Mauricio andaba mal de fondos. Dilapidador y soñador, contó con una herencia familiar que todo lo arreglaría en su vida familiar. Este sueño, tengo entendido, se convirtió en una pesadilla de cuyo tremendo despertar él jamás le habló a amigo alguno. Por lo que vi, sólo sé que, desde entonces, todo se desencadenó, como suele decirse. Hablamos mucho por teléfono, en esa época -él ya había trasladado su residencia a Calaceite, en Teruel, y yo me había mudado primero a Madrid y luego a Lima-, pero creo que la capacidad de Mauricio para no inquietar a sus amigos crecía a medida que sus males se sucedían y agravaban. Lo cierto es que quedamos en vernos en Madrid, para aquella conferencia que sería la final. Y estábamos esperándolo en la cafetería de la Casa de América, cuando entró con aquel rostro desencajado que nos aterró a todos. Creímos que estaba totalmente ebrio, por su total dificultad para hilvanar una palabra con otra, pero no. Nos habló de una embolia, pero insistiendo en que estaba tan bien ya que se había venido manejando cerca de ocho horas seguidas. Y en cuanto a la conferencia, podíamos estar totalmente tranquilos. Nos dijo que leía sin dificultad alguna y por ello la había traído escrita. Minutos más tarde, sin embargo, Mauricio fue totalmente incapaz de leer una sola línea y el público que llenaba el auditorio empezó a murmurar su desagrado. A su lado, yo me sentía incapaz de interrumpirlo en su inmenso e inútil esfuerzo, literalmente no sabía qué hacer, y miraba con desesperación al dramaturgo español Íñigo Ramírez de Haro, sentado a la derecha de Mauricio. Por fin, Íñigo intervino con autoridad, explicó que, a pesar de haber sufrido una embolia, el escritor Mauricio Wacquez había querido cumplir con su compromiso y había conducido solo durante horas desde su lejana residencia. El público rompió a aplaudir. Y ahora pienso que aquella fue la última ovación que escuchó Mauricio en su vida.

Y ya no llegó a Santiago para presentar su último libro, por la sencilla razón de que, desde su doloroso viaje a Chile, muy pocos años antes, sencillamente todo se había desencadenado, como se suele decir, y creo yo se dijo con toda razón en el caso de Mauricio. Me encantaría afirmar ahora que este hombre cabal era demasiado elegante para este mundo, pero la gente diría que sí, que bueno, pero que exagero, movido por mi amor por Mauricio. Me limito pues a decir que fue demasiado elegante para sus últimos años en este mundo. Los lamentos de Mauricio, o no existieron o no llegaron nunca a casa de sus amigos, porque él puso la mar por medio y se ahogaban todos en el agua. Y ahora, para comentar a Mauricio, quisiera restituirle a dos palabras devaluadas por el pésimo uso que de ellas hace la gente, su verdadera significación y su etimología. Diletante es el que se deleita y amateur es el que ama. Así era también él.







Calaceite rinde homenaje a José Donoso y Wacquez







28/10/2007 EL PERIÓDICO CALACEITE
Esta noticia pertenece a la edición en papel.








Una treintena de escritores relacionados con José Donoso y Mauricio Wacquez, entre los que se encuentra Jorge Edwards, participan durante todo el fin de semana en el homenaje que se rinde a estos escritores chilenos en Calaceite, municipio donde vivieron gran parte de su vida. Este reconocimiento se enmarca dentro de las IV jornadas literarias del Matarraña.

El acto, enmarcado dentro de las IV Jornadas Literarias del Matarraña, se celebra con motivo del décimo aniversario de la muerte de José Donoso, escritor del boom latinoamericano de los años 60 y 70, junto a escritores como Mario Vargas Llosa o Gabriel García Márquez, y que fue el causante, a juicio del escritor Emilio Ruiz Barrachina, de que multitud de escritores encontraran en Calaceite y en el Matarraña un punto de referencia, entre ellos el propio García Márquez, Vargas Llosa o Jorge Edwards.

Uno de los escritores que participa en el homenaje, Arturo Fontaine, definió a José Donoso como "un animal literario" de quien aprendió "la pasión por los libros y la literatura", según ha manifestado a Europa Press. Para Fontaine, José Donoso fue "un hombre muy generoso con su tiempo y un gran lector". Fontaine también se refirió a la relación de estos escritores con la localidad. "En la conversación de ellos
Calaceite aparece como un lugar que fue un verdadero hogar; no solamente hablaban de la arquitectura, de las piedras, los campos y los olivos, sino también de la gente y del cariño de la gente que los acogió y el mundo que ahí pudieron armar".

Otro de los escritores asistentes, Carlos Franz, explicó las diferencias entre Donoso y Wacquez. "Son dos generaciones distintas, Donoso pertenece plenamente a la generación del boom latinoamericano, mientras que Wacquez pertenece a una generación posterior y representa otro espíritu de época, un puente interesante que de alguna manera se ha perdido", indicó.

El homenaje a José Donoso y Mauricio Wacquez se inició ayer con una oración laica dedicada a éste último en el cementerio de Calaceite y continuó con el descubrimiento de una escultura en la plaza de los artistas de la localidad, obra que ha sido donada por los escultores Rocío Margarit y David Sánchez.

En el acto se leyeron fragmentos de las obras de los dos escritores chilenos acompañados por música en directo de Sergio González Carducci. Por la tarde, en Cretas, tuvo lugar una mesa redonda sobre literatura, en e que participaron autores como Alfonso Mateo Sagasta, Gala Ruiz, Joaquín Bernat o Juan Bolea, entre una veintena de escritores; y la proyección de una entrevista ofrecida por el propio Donoso en 1977 a TVE. El homenaje termina hoy en Valderrobres, con un recital de poesía.









Una treintena de escritores participan en el homenaje a José Donoso y Mauricio Wacquez en Calaceite (Teruel)
TERUEL, 27 Oct. (EUROPA PRESS) -














Una treintena de escritores relacionados con José Donoso y Mauricio Wacquez, entre los que se encuentra Jorge Edwards, participan hoy en el homenaje que se rinde a estos escritores chilenos en Calaceite (Teruel), municipio donde vivieron gran parte de su vida. Este homenaje se inserta dentro de las IV jornadas literarias del Matarraña.

El acto se celebra con motivo del décimo aniversario de la muerte de José Donoso, escritor del 'boom' latinoamericano de los sesenta y setenta, junto a escritores como Mario Vargas Llosa o Gabriel García Márquez, y que fue el causante, a juicio del escritor Emilio Barrachina, de que multitud de escritores encontraran en Calaceite y en el Matarraña un punto de referencia, entre ellos el propio García Márquez, Vargas Llosa o Jorge Edwards.

Uno de los escritores que participa en el homenaje, Arturo Fontaine, ha definido a José Donoso como "un animal literario" de quien aprendió "la pasión por los libros y la literatura", según ha manifestado en declaraciones a Europa Press.

Para Fontaine, José Donoso fue "un hombre muy generoso con su tiempo y un gran lector" y "a diferencia de otros escritores que son egocéntricos, él era un hombre muy abierto y muy interesado en los otros escritores".

Fontaine conoció a Donoso por sus libros. "Fue un asombro ver cómo el planteaba el texto narrativo, las voces que entrelazaba, el tipo de situaciones que enfrentaba, era un tipo no se hacía por entonces en Chile, estaba dentro de una escena muy novedosa", ha relatado.

"Después lo conocí personalmente", ha continuado Fontaine, rememorando un taller impartido por Donoso en el que participó. "Hablaba muy poco de su obra y en ningún momento utilizó el taller para intentar inculcar una manera de escribir o una estética sino que estaba muy interesado por las diferentes maneras de escribir", ha aclarado.

DOS GENERACIONES.

Otro de los escritores que participa en el homenaje, Carlos Franz, ha explicado las diferencias entre José Donoso y Mauricio Wacquez. "Son dos generaciones distintas, Donoso pertenece plenamente a la generación del 'boom' latinoamericano, mientras que Wacquez pertenece a una generación posterior y representa otro espíritu de época, un puente interesante que de alguna manera se ha perdido", ha indicado.

Según Franz, "después del 'boom' latinoamericano hubo una tendencia hacia una literatura que se acercaba de nuevo a la cultura popular y Wacquez representaba una versión muy refinada de este fenómeno, incluso elitista, sin que eso suponga algo peyorativo, sino todo lo contrario; una opción por la literatura con 'L' mayúscula y una gran exigencia para el lector".

Fontaine se ha referido también a la relación de estos escritores con Calaceite. "En la conversación de ellos Calaceite aparece como un lugar que fue un verdadero hogar; no solamente hablaban de la arquitectura, de las piedras --recuerdo muchas conversaciones sobre las piedras--, los campos y los olivos, sino también de la gente y del cariño de la gente que los acogió y el mundo que ahí pudieron armar".

Franz también ha recordado que tanto Donoso como Wacquez provenían de una zona campesina de Chile, "en cierto modo muy parecida al Matarraña".

HOMENAJE A DONOSO Y WACQUEZ.

El homenaje a José Donoso y Mauricio Wacquez se ha iniciado con una oración laica a éste último en el cementerio de Calaceite y ha continuado con el descubrimiento de una escultura que conmemora a ambos escritores en la plaza de los artistas de la localidad, obra que ha sido donada por los escultores Rocío Margarit y David Sánchez.

En el acto se han leído fragmentos de las obras de los dos escritores chilenos acompañados por música en directo de Sergio González Carducci. Por la tarde, en el municipio de Cretas, se celebrará un coloquio sobre la figura de José Donoso entre los más de 25 escritores invitados a las jornadas, moderado por Emilio Ruiz Barrachina. También se proyectará la entrevista que José Donoso ofreció en 1977 a Televisión Española.




















DE ARAGÓN
EL PERIÓDICO
Domingo, 9 Diciembre 2007














TINTA Y PIEDRA
Emilio Ruiz Barrachina nos propone un viaje literario a Calaceite, el pueblo turolense donde convivieron los autores del Boom

19/05/2005 JUAN Bolea

Autores, artistas y escritores como José Donoso, Mario Vargas Llosa, Mauricio Wacquez, Jorge Edwards, Luis Buñuel, Didier Coste, Angel Crespo, Ricardo Bofill y otros muchos han contribuido a expandir la fama de Calaceite por las difusas fronteras del arte, hasta universalizar este pequeño pueblo de Teruel, dotado de alma propia.

Atraído por su leyenda artística, y por la circunstancia de haber congregado entre sus casas de piedra a buena parte de los protagonistas del Boom latinoamericano de los años sesenta y setenta, el escritor y cineasta Emilio Ruiz Barrachina ha girado una detallada visita a la localidad, y escrito un libro inclasificable, personal, intransferible, lleno de documentación y ternura: Tinta y piedra. Calaceite .

Gracias a Barrachina volvemos a pisar el refugio de José Donoso, a subir las empinadas escaleras que conducían al estudio donde escribió Casa de campo . Casi podemos ver al maestro chileno discutiendo con Didier Coste algún pasaje de la traducción al francés de El obsceno pájaro de la noche , para muchos su mejor libro. Podemos ver, también, a Mauricio Wacquez, el Hamelin de Calaceite, el Gran Gatsby, flechando con su seducción a todo visitante que se acercaba a conocer aquel paraíso, y viviendo con su amante, Francesc, una historia de amor que trágica y hermosamente llegaría a enlazar con la muerte. Vemos a Buñuel, cerca de la casa de Donoso, ensayando los toques de tambor, preparándose para participar en la Semana Santa de Calanda. Vemos a García Márquez pasear por el pueblo, ese Macondo aragonés, y a su entonces íntimo amigo Varguitas, que residiría tres años en Calaceite, velando sus primeras armas literarias.

A través de las voces de parientes, amigos y testigos directos, Barrachina va recreando aquel idílico Calaceite, que en buena parte, pese a las muertes de Donoso, Wacquez, o de la extraordinaria ceramista Teresa Jassá, otro de los espíritus benefactores de la localidad, perdura en la actualidad.

Además, el autor nos suministra una amplia información sobre la historia y la arquitectura de la villa. A medida que Barrachina se adentra en el alma de los areniscos sillares, en las leyendas de visigodos, templarios y cátaros, en los ajusticiamientos y autos de fe, en las iglesias y cárceles, su pluma va trocando la tinta por la piedra, ganando hondura hasta rozar el misterioso núcleo de la energía allí acumulada.

"El Matarraña, frontera entre Teruel y Tarragona, es una región desconocida donde parece que el tiempo se ha detenido. Iglesias cargadas de simbología pagana y pueblos monumentales, de piedra y de agua, rodeados de vegetación mediterránea y una orografía particular, inquietante como pocas. Lugar donde confluyen los caracteres aragoneses, catalanes, valencianos. Y también sus lenguas. Lugar de historias mágicas y guerreras.".

Emilio Ruiz Barrachina es autor de varias novelas: Calamarí , A la sombra de los sueños o El arco de la luna , algunas de las cuales han merecido ser llevadas al cine.

*Escritor y periodista



22 octubre, 2007
228.- IV Jornadas Culturas y Literarias de la Comarca del Matarraña/Matarranya




















Dichas jornadas tendrán lugar entre los días 26 de octubre y 25 de noviembre de 2007.














VIERNES, 26 DE OCTUBRE.CALACEITE20:30 Inauguración de las IV Jornadas Culturales y Literarias de la Comarca del Matarraña/Matarranya con la intervención de Carlos Franz, Arturo Fontaine y Marcelo Maturana en el Salón de Plenos del Ayuntamiento de Calaceite.














SÁBADO, 27 DE OCTUBRE.CALACEITE11:30 Oración laica por Mauricio Wacquez en el cementerio de Calaceite.12:30 Homenaje a José Donoso y Mauricio Wacquez en la Plaza de los Artistas.














Colocación de una escultura donada por los escultores Rocío Margarit y David Sánchez Sanabria, lectura de poemas y fragmentos de la obra de ambos, acompañada por el músico Sergio González Carducci.














CRETAS18:30 Mesa redonda sobre La literatura española e iberoamericana en tiempos de José Donoso y Mauricio Wacquez, y su evolución hasta hoy, en Salón de Plenos del Centro Cultural de Cretas. Intervienen los autores invitados a las jornadas:Elsa Arana, Carlos Franz, Marcelo Maturana, Paz Balmaceda, Sergio Macías, Shlomo Avayou, Arturo Fontaine, Jaime Fontán, Fernando Martínez Lainez, Beatriz Osés, Manuel Francisco Reina, Francisco Quintero, Michele Geiger, Sergio González Carducci, Alfonso Mateo Sagasta, José Ramón Trujillo, Pedro Ramos, Verónica Matte, Juan Bolea, Jaime Jimeno, Gala Ruiz, Guillermo Galván, Jorge Meyer, Miguel Caballero, Joaquín Bernat, Ignacio Fernández, Elisa Palomo. Moderador Emilio Ruiz Barrachina.20:30 h. Proyección inédita de la entrevista ofrecida por José Donoso en 1977 a Televisión Española hablando de su vida y su obra. Autor Emilio Ruiz Barrachina.














DOMINGO, 28 DE OCTUBRE:VALDERROBRES12:00 Recital de poesía a cargo de Manuel Francisco Reina, Francisco Quintero, Jaime Jimeno, Arturo Fontaine, Sergio Macías y Shlomo Avayou, en el Castillo de Valderrobres.














MIÉRCOLES, 7 DE NOVIEMBRE:DÍA COMARCAL DE LA LECTURA.Cuenta cuentos, con la colaboración de las bibliotecas municipales.














SÁBADO, 17 DE NOVIEMBRE:VALDELTORMO19:30 Intervención de los miembros participantes en Sons del Matarranya que explicarán sus vivencias sobre el proyecto. Centro Cultural de Valdeltormo.22:30 Actuación de Raquel y Sergio y Temps al Temps. Centro Cultural de Valdeltormo.













DOMINGO, 18 DE NOVIEMBRE:MAZALEÓN17:00 Charla impartida por Esteban Villarrocha Ardisa, Leer teatro es leer literatura, en el Salón de Plenos del Ayuntamiento de Mazaleón.18:30 Espectáculo teatral basado en la obra de Hans Christian Andersen El intrépido Soldadito de Plomo por Teatro Arbolé. En el Salón Cultural de Mazaleón.












SÁBADO, 24 DE NOVIEMBRE:LLEDÓ18:00 Presentación del libro Tornem a se menuts de Susana Antolí ganadora del premio “Guillem Nicolau 2006”. En el Salón Polivalente de Lledó.19:00 Representación de teatro Las Viudas de Nasú interpretada por Alfonso Pablo, David Ardid y Carlos Alcolea. En el Salón Polivalente de Lledó.












DOMINGO, 25 DE NOVIEMBRE:FUENTESPALDA.18:00 Clausura y encuentro de música entre la Federación Comarcal de Música del Matarraña, la Asociación Musical Peñarbés y la Banda Comarcal San Antón. En la Iglesia Parroquial de San Salvador de Fuentespalda.Más información:COMARCA DEL MATARRAÑA/MATARRANYADpto. de Cultura y Patrimonio CulturalTelf. 978-890884Fax. 978-850497





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